Eficiencia energética: un cambio imprescindible
Modificar la manera en que consumimos energía es el primer paso para avanzar en la construcción de un futuro ambientalmente sostenible
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El reciente mes de junio ha sido el “más cálido jamás registrado”, según el Servicio de Cambio Climático del programa europeo Copernicus de observación y monitoreo de la Tierra. Allí, la reciente ola de calor ha disparado las temperaturas dos grados centígrados por encima de lo normal.
Es cierto que resulta inexacto atribuir esta ola de calor exclusivamente al cambio climático. Sin embargo, la frecuencia de los eventos climáticos extremos ha aumentado notablemente y es evidente que se están transformando en regulares. La mayoría de los científicos independientes tienen pocas dudas de que estamos en un planeta más cálido y que este aumento de temperatura guarda relación con la actividad del hombre, principalmente con la quema de combustibles fósiles que emiten cientos de miles de toneladas diarias de gases de efecto invernadero.
No es algo que ocurra exclusivamente en Europa, sino que golpea a todo el planeta. Cada vez que llueve torrencialmente -y junio fue uno de los meses con más lluvias de los que se tenga registro en nuestro país-, graniza o una ola de calor azota, nos encontramos frente a fenómenos que guardan relación directa con el cambio climático.
Es por eso que cada acción que se realice para contrarrestar este fenómeno global constituye un aporte dirigido a mantener mejores condiciones de vida para las actuales y futuras generaciones en el planeta.
Una de las contribuciones fundamentales puede surgir de la eficiencia energética a la que cada uno de nosotros puede aportar disminuyendo no solo la producción de gases de efecto invernadero, sino también incidiendo en la reducción del costo final de la energía.
Hace un año, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires anunció un plan para canjear lámparas ineficientes en términos energéticos (halógenas, incandescentes, de bajo consumo) por lámparas led. Desde entonces, todos los vecinos de la ciudad pueden acercarse a cualquier punto de canje, entregar hasta cinco lámparas y llevarse otras tantas con tecnología led.
Este programa tiene varios objetivos: permite disminuir hasta en un 14% el costo de la factura de luz; al ser más eficientes las nuevas lámparas, se produce una disminución de la presión sobre el sistema eléctrico en su totalidad y, algo no menos importante dada la situación que atraviesa nuestro planeta, se contribuye a reducir los gases de efecto invernadero.
Si todos los vecinos de la ciudad cambiáramos nuestras luminarias por led obtendríamos un ahorro de 928.227 MWh, que equivale a la energía que requieren 278.245 hogares.
En este sentido, la transformación del alumbrado público en ciento por ciento led, incluyendo el recambio de luminarias en edificios públicos, es también un aporte sustancial para evitar emisiones efecto invernadero y disminuir el gasto público.
Un especial reconocimiento merece la puesta en marcha del Sistema de Información de Energía y Agua (Siegba), que permitirá conocer el gasto en energía de cada edificio público para poder optimizar su uso.
Si adoptáramos medidas cotidianas de control sobre el uso de la energía eléctrica, como por ejemplo apagar las luces que no se utilizan, desconectar aparatos que quedan en stand by y mantener el acondicionador de aire en 24 grados, entre otras, no sería necesario invertir en formas de producción de la energía que pueden tener impacto nocivo para el ambiente, o ponerlo en riesgo.
Siendo que el sector energético es uno de los que más gases de efecto invernadero suman a la atmósfera, cambiar la manera en la que consumimos energía es el primer paso para mitigar los efectos del cambio climático y avanzar hacia la construcción de un futuro ambientalmente sostenible para todos.
A la frecuente pregunta de “¿cómo puedo contribuir individualmente a evitar el cambio climático?” he aquí una respuesta.