EE.UU.: incertidumbre electoral
Fiel a su peculiar estilo, Donald Trump sigue generando reacciones que asombran. Cuando aún quedan millones de votos por escrutar en el reciente proceso electoral de los Estados Unidos, advirtió sobre la posible existencia de un fraude, anunció la promoción de acciones judiciales respecto de los resultados oficiales y proclamó su victoria antes de tiempo, al cabo de una elección muy reñida, en la que Joe Biden se acercaba al número de electores necesario para ganar.
Está claro que ni los demócratas perderán el control de la Cámara de Representantes, ni los republicanos dejarán de prevalecer en el Senado. No es este un dato menor. Quien finalmente se imponga en la elección presidencial deberá gobernar con un Congreso divididopolíticamente. Con límites y con la necesidad imperiosa de edificar consensos.
El resultado electoral en los EE.UU. evidencia una nación profundamente dividida. No hubo tsunami demócrata ni terremoto republicano. Pero quedó claro que el pueblo norteamericano tiene dos visiones de su propio futuro claramente diferentes.
Es posible que algunos de los que finalmente votaron por la reelección de Trump no hayan manifestado en su momento su disposición a hacerlo, confundiendo a los encuestadores. Con los resultados preliminares a la vista, aparece una nación con un futuro todavía por definirse. Para los norteamericanos, acostumbrados a gobiernos que por décadas dominaron el escenario internacional, la pugna con China provocó un clima de incertidumbre e intranquilidad.
Si bien no está claro quién será el ganador, las encuestas en boca de urna señalan cuáles fueron los temas centrales que influyeron a la hora de sufragar. El mayor número de votantes (34%) tuvo en cuenta la situación económica; el 20% privilegió los temas vinculados con la persistente cuestión de la igualdad racial; el 18% se concentró en el manejo de la pandemia que azota al mundo; el 17% optó por las cuestiones propias de la seguridad personal y el 11% dijo haber decidido su voto por cuestiones referidas a la salud pública. Aquellos ciudadanos que privilegiaron los datos económicos seguramente se inclinaron por la reelección de Trump. Lo cierto es que hoy ninguno de los dos grandes partidos políticos norteamericanos puede reclamar para sí el liderazgo firme que requiere la conducción de una gran nación. Ambos deberán no solo tomar en cuenta a su adversario, sino esforzarse en crear consensos que definan un futuro común.
En América Latina, una eventual victoria de Joe Biden generaría presumiblemente un distanciamiento entre los Estados Unidos y Brasil. Habría algún mayor acento en el respeto por los derechos humanos y el ambiente, cuestiones que podrían generar tensiones dentro de la Amazonia. Si Trump obtuviera su reelección, mantendrá seguramente su afinidad con la visión política del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Si ello no sucediera, el presidente de Brasil confirmaría sus propios rumbos y objetivos, pese a la menor cercanía que la elección de Biden pudiera traer aparejada.
Las próximas horas, por inciertas, serán sin embargo decisivas en los EE.UU. Se consumará una reafirmación del rumbo actual en materia de política exterior o un cambio más contemporizador, si el Partido Demócrata se alza con la victoria.