Economía del conocimiento: oportunidades y divisas desperdiciadas
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Pocas industrias crecieron tanto en el mundo desde el inicio de la pandemia como la vinculada a la economía del conocimiento. Por esa razón debe lamentarse que la Argentina, pese a contar con talentos y empresas en esta área, esté capitalizando tan poco esta oportunidad que constituye una fuente genuina de dólares y de empleo.
El informe anual Argenconomics, que publica Argencon, reportó una leve recuperación del comercio exterior de esta industria en el último trimestre y destacó el fin del pago de derechos a las exportaciones por un 4% impuesto por la anterior administración, al tiempo que advirtió que es preciso trabajar sobre un factor clave que afectará la evolución de nuestra economía: la fuga de talentos y de empresas. Esto está estrechamente ligado con el sostenido crecimiento de la demanda de tecnología de la información. Tanto que, en 2020, las exportaciones del sector alcanzaron el récord histórico de participación en el comercio mundial.
Pero la Argentina solo aprovecha marginalmente este escenario. La gran brecha cambiaria afecta la capacidad competitiva de los exportadores y fomenta que cada vez más profesionales locales, reconocidos por su creatividad e innovación, quieran migrar o trabajar para compañías extranjeras.
Para entender por qué es importante darle a esta industria el lugar que se merece, basta considerar que en 2020 seis compañías nacidas en el país se convirtieron en unicornios; esto es, que alcanzaron un valor de mil millones de dólares en alguna etapa.
El segundo trimestre de 2021 fue el primero, desde 2017, en el que las exportaciones mostraron un salto interanual positivo, aunque esta tendencia aún no pueda considerarse definitiva. En este sentido, es auspicioso que aún no se registren los benéficos efectos de la operatividad de la ley de economía del conocimiento, ya que la eliminación de los derechos de exportación a los servicios entrará en vigencia en enero próximo.
Los datos previos aún hacen desconfiar sobre cuánto podrá sostenerse la curva positiva. Tal como se indica en Argenconomics, la participación de la economía del conocimiento en las exportaciones nacionales a junio de este año cayó al 8,2%. Este valor está lejos del récord de participación, que fue de 9,6% en diciembre de 2017, cuando las exportaciones llegaron a 7335 millones de dólares. Le siguieron diez trimestres consecutivos de caída, con una recuperación en el último, para llegar a un valor anual de 5776 millones de dólares al 30 de junio de este año.
Este virtuoso sector, cargado de potencial y con tan baja huella de carbono, es hasta aquí el tercer rubro exportador del país, detrás de los complejos oleaginoso y cerealero. Además, ocupa a 436 mil profesionales –7% del empleo formal– y es una puerta de entrada al mundo laboral para muchos jóvenes.
Contrariamente a lo que piensan muchos, el daño que se está generando no afecta solo a las empresas grandes de servicios, sino también al ecosistema emprendedor tecnológico, donde son moneda corriente las historias de emprendedores que dejan el país.
En el mejor momento de la historia del emprendedorismo en America Latina, con inversiones récords mes a mes, y el foco de los inversores del mundo puesto en el talento de nuestra región, es imperdonable que la Argentina se pierda esta oportunidad teniendo todo para ser uno de los grandes protagonistas. Startups, empleo y divisas que se van. Esa es la “fuga” que más debería preocuparnos.
No podemos desaprovechar la creación de valor agregado que genera esta industria en expansión ni perder las oportunidades económicas, de generación de empleos y de modernización del sistema productivo asociadas, con el consiguiente ingreso de dólares. Es tiempo de reaccionar para aprovechar los vientos y trimar las velas en dirección a la Argentina del futuro que queremos.