Duro golpe a Sendero Luminoso
El gobierno de Ollanta Humala acaba de arrestar a Florindo Flores Hala, probablemente el más alto dirigente histórico del movimiento terrorista Sendero Luminoso que estaba aún en libertad. Más conocido como "Camarada Artemio", Flores Hala, de 50 años, comandaba las huestes del movimiento en la zona del Alto Huallaga. Fue apresado en un procedimiento conjunto de las fuerzas del ejército peruano y de la unidad especializada en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico de la policía peruana, la División de Investigaciones Especiales.
Se ha descabezado así a una de las dos columnas operativas del grupo terrorista Sendero Luminoso, fundado en 1969 por el universitario Abimael Guzmán, capturado en 1992 y hoy detenido en una prisión de alta seguridad emplazada en la vecindad de Lima, donde cumple una condena judicial de cadena perpetua. Guzmán es el gran responsable de haber desatado en Perú durante dos sangrientas décadas una ola de violencia que dejó un trágico saldo de casi 70.000 muertos.
Queda aún pendiente la detención del líder de la segunda columna del movimiento todavía activa: Víctor Quispe Palomino, alias "José", quien como el resto de los cabecillas de Sendero Luminoso tiene conexiones inmediatas con el narcotráfico, con el que financia sus acciones violentas. Palomino, de crueldad reconocida, ha abjurado de la ideología maoísta y se mueve en la zona cocalera, acompañado por sus siete hermanos, hijos y sobrinos.
Flores Hala, que desde 2003 reconoce la falta de viabilidad del camino de la violencia, está ahora herido y detenido en Lima. El propio presidente de Perú, Humala, concurrió personalmente al hospital en el que está provisoriamente alojado el terrorista Flores Hala en señal de la enorme trascendencia que su gobierno otorga a la captura del terrorista y en apoyo frontal a los hombres que, arriesgando sus vidas, combaten profesionalmente a la subversión terrorista.
La captura de Flores Hala muestra que es posible derrotar al terrorismo dentro del marco de la legalidad, con pleno respeto de los derechos humanos que, sin embargo, los propios terroristas pisotean sin contemplaciones. Para el presidente Ollanta Humala, lo sucedido evidencia, además, el cumplimiento de una de sus promesas electorales: acabar con las columnas armadas del terrorismo que operaban en la selva peruana.