Dos ministras, ¿el mismo pacto de silencio?
Es de esperar que quienes dicen trabajar por las mujeres lo hagan por todas, denunciando la feminización de la pobreza que tanto las violenta y a los dirigentes políticos que las cosifican
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En la Argentina hay 25 millones de mujeres y, según el Indec, la mitad es pobre. Peor aún, cerca de 4 millones no tienen para comer, pues son indigentes. La canasta básica alimentaria que marca la línea de indigencia es de 44.499 pesos para una familia de cuatro miembros. Según la Plataforma de Acción de Beijing (Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, de las Naciones Unidas) la pobreza impacta más gravemente sobre la mujer, pues le hace perder autonomía y la sujeta a la dependencia masculina (feminización de la pobreza).
Sin embargo, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, con sus 950 empleados y su presupuesto de 17.000 millones de pesos omite manifestarse sobre las penurias de las mujeres pobres en la Argentina, que las degradan como seres humanos, sometiéndolas a situaciones de violencia de género.
Organismos semejantes existen en muchos países y sus funciones se despliegan en contextos de normalidad económica, cumpliendo sus cometidos en medios sociales donde atavismos culturales (el machismo) prevalecen sobre las urgencias monetarias. En la Argentina, cuando todo el edificio social se desmorona porque la emisión de dinero sin control carcome sus bases, el problema económico se convierte en el principal factor de desigualdad y violencia de género. Pero como el gasto público es la principal herramienta del kirchnerismo para acumular poder y eximir de delitos a su lideresa, un pacto de silencio restringe el accionar de sus funcionarios.
Según el Ministerio de la Mujer, en el último año brindó apoyo económico a 165.862 mujeres y personas de la comunidad LGBTI+ con el Programa Acompañar. Y armó 43 equipos interdisciplinarios con 127 profesionales en todo el país (Programa Acercar Derechos). Las funcionarias que analizaron esos casos, ¿habrán estudiado los antecedentes de cada uno para justificar la entrega de subsidios? Del análisis de esa variada casuística, ¿no surgió nunca el impacto de la pobreza como causa principal de las necesidades que demandaron la acción estatal para paliarlas? Probablemente, sus conclusiones fueron rechazadas con un sintético “Incorrecto, inflación multicausal, CFK dixit”.
Los 43 equipos interdisciplinarios con 127 profesionales en todo el país (Programa Acercar Derechos), ¿no elevan informes al ministerio advirtiendo la irrefrenable expansión de la miseria como factor detonante de casos de violencia de género, sometimiento de la mujer y explotación de la niñez? Con seguridad, fueron archivados con el sello “Censurado, CFK decretum”.
La citada cartera inscribió 20,000 promotores territoriales en Género y Diversidad en las 23 provincias y la ciudad de Buenos Aires. ¿Ninguno de ellos denunció la inflación y su secuela de privaciones como obstáculo para la consecución de sus tareas? Probablemente, sus denuncias fueron desestimadas con un breve “Improcedente, CFK imperat”.
Desde 2020, en ese ministerio funciona el Observatorio de Violencias y Desigualdades por razones de género. Se cree que su telescopio se desconfiguró el día de su inauguración, pues sufrió un apagón ético cuando advirtió la grosera duplicación de pensiones que percibe Cristina Kirchner, que superan más de 100 veces la jubilación de un ama de casa. Raquel Vivanco, dirigente feminista que fue su primera directora, poco duró en el cargo, pues con el telescopio ya reparado observó a su propia ministra justificando a los varones que llevaron a cabo una violación grupal en el barrio de Palermo.
La renunciante Elizabeth Gómez Alcorta, cumpliendo con su pacto de silencio, reemplazó el telescopio por un microscopio, más focalizado en temas menores, para evitar molestar a la vicepresidenta con exceso de observaciones. De ese modo, ignoró los femicidios en pueblos originarios del Chaco, donde gobierna Jorge Capitanich, y el maltrato a mujeres wichis en Formosa, tierra de Gildo Insfrán. Ambos gobernadores son pilares del kirchnerismo en el NEA y allí las denuncias por cuestiones de género están vedadas. Por otro lado, esos pueblos primigenios son pacíficos, no desconocen su pertenencia a la nación argentina, ni militan contra el capitalismo, de modo que carecen de interés para la lucha por reinstaurar la “patria socialista”.
Tampoco advirtió el caso de José Alperovich, histórico gobernador de Tucumán, a quien la Justicia envió a juicio oral, acusado de haber abusado de su joven sobrina. La esposa de Alperovich, Beatriz Rojkes, íntima de Cristina Kirchner, fue su segunda en la sucesión presidencial durante tres años. En 2017, fundó Matria, un instituto sobre cuestiones de género, con la presencia de la vicepresidenta.
Gómez Alcorta optó por focalizar su lupa fuera del ámbito de los grandes conurbanos, donde hay millones de mujeres argentinas pobres e indigentes que sufren violencia de género, para evitar hablar de inflación y se dedicó a las seis mujeres mapuches que detuvo la Gendarmería Nacional en Villa Mascardi. Como exdefensora del terrorista Facundo Jones Huala, prefirió continuar con ese rol, aun desde el ministerio. Su defendido repite como un loro principios constitucionales, como el debido proceso legal y la defensa en juicio, aprendidos de su abogada, inexistentes en la cultura que reivindica y propios de la democracia liberal de la que reniega.
Vale la pena recordar el trato a la mujer entre los pueblos araucanizados, en 1844. Así relataba el cautivo Santiago Avendaño el asesinato cruel, a golpes de boleadoras, de 32 mujeres en el entierro del cacique Painé, que eran arrojadas vivas a la tumba abierta de este (Archivo Estanislao Zeballos, Museo Histórico de Luján): “Mandó Calvain traer la criatura que criaba de pechos la mujer de Painé y se la hizo entregar a la madre diciéndole: Dale de mamar por última vez al niñito’. Llegada la hora, quítanle la criatura del seno, tómanla a ella y de un solo bolazo en el cráneo fue suficiente para que dejase de existir, colocándola al lado izquierdo de su marido.
“Todas las mujeres se atropellan topándose unas sobre las otras como reses en una majada para no ser designadas, cayendo unas para no levantarse, todas pisoteadas y contusas. Ni más ni menos tal era el aspecto del espantoso drama y sus horrores.”
Ahora ha sido designada como ministra la joven Ayelén Mazzina, exfuncionaria de San Luis, quien traerá a nivel nacional su valiosa experiencia en la organización del “35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries en Territorio Huarpe, Comechingón y Ranquel”. Estará a cargo de un ministerio con casi 1000 empleados, organizado en subsecretarías y direcciones con funciones redundantes. Ya no se tratará solo del territorio huarpe, comechingón, ranquel o mapuche, sino de las 12 millones de mujeres argentinas pobres e indigentes en todo el país.
Es de esperar que se atreva a romper el pacto de silencio con el kirchnerismo, prestando atención al drama de la feminización de la pobreza que la inflación provoca en lugares menos remotos y que sufren quienes, por su género, carecen de autonomía para sobrevivir dignamente y cuidar a sus hijos.