Docentes que cambian vidas
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Desde 2014, la Fundación Varkey junto a la Unesco entrega el Global Teacher Prize, un premio dirigido a reconocer al mejor maestro del mundo. La misión de la organización global es contribuir a que cada niño tenga un gran maestro pues, con razón, entienden que “la educación es la solución”. Los finalistas, representantes de todos los rincones del mundo, ejercen en pueblos remotos o en ciudades, trabajan en favor de la inclusión y el respeto a los derechos de los niños, integrando a aquellos inmigrantes, alimentando sus habilidades y desarrollando su confianza.
Entre los más de 7000 candidatos de 130 países se escogieron los 50 finalistas de este año. Ya nos ocupamos desde este espacio de uno de ellos, el tan meritorio como inquieto profesor barilochense Bruno Guillen, docente del C.E.T. N° 2 “Jorge Newbery”, cuyos alumnos utilizan impresoras 3D para atender la artritis.
El premio se entregó el 8 del mes actual y fue para una paquistaní, Sister Zeph, la octava premiada en recibir un millón de dólares de recompensa. Humillada por su propia maestra ante sus compañeros cuando era pequeña, Sister Zeph abrió una escuela en el patio de su hogar a los 13 años y recorrió casa por casa reclutando estudiantes. Para 2010, ya tenía 100 alumnos y completaba ella misma un máster en Ciencias Políticas en la Universidad de Punjab. Su mejor aliada fue la tecnología, clave para su propia instrucción y a partir de la cual compartía con sus estudiantes sus aprendizajes. Muchos de ellos continuaron educándose y algunos se sumaron al desafío de enseñar junto a ella como voluntarios.
Sister Zepth lleva ya 26 años enseñando y ha obtenido numerosos reconocimientos. Aclamada como experta en educación, particularmente dedicada a empoderar a las mujeres mediante la educación -incluyendo instrucción en defensa personal-, líder en cuestiones ambientales, activista por los derechos de los niños, escritora y conferencista internacional, es líder indiscutida de su comunidad en la que trabaja también a favor de la armonía interreligiosa. Zeph dirige actualmente una escuela que ofrece educación gratuita a más de 200 niños poco favorecidos.
El valor de las prácticas docentes consideradas para el premio se revela en la capacidad de innovar para afrontar los desafíos locales, conseguir resultados de aprendizaje demostrables, influyendo en la comunidad más allá del aula y ayudando a los niños a convertirse en ciudadanos del mundo.
En palabras de Sister Zepth, “la docencia no es sólo una profesión; es una vocación, un llamado a inspirar, nutrir y empoderar a la próxima generación”. Ojalá entendamos que los maestros son la verdadera fuerza generadora del progreso, inspirando y formando a los innovadores del mañana.