Dirigentes del futuro
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Un grupo de jóvenes ha recogido la metodología del diálogo interreligioso que tantos frutos dio para aplicarla al acercamiento entre distintos sectores de nuestra sociedad. Fue el abogado Andrés Prieto Fasano quien organizó en ese espíritu los “Diálogos sobre la Argentina del Futuro”, encuentro realizado en Cariló entre dirigentes de menos de 40 años preocupados por el país. El intendente de Pinamar, Martín Yeza, ofició de anfitrión.
Unos 50 dirigentes políticos, sindicales, empresariales, de organizaciones de la sociedad civil y funcionarios de la Justicia participaron de dos jornadas de debates. Hartos de años de división, exhibieron una mirada renovada y un afán de mejorar lo colectivo con mayor conciencia. No hay otro camino para hacerlo que saltando las barreras de los prejuicios, restableciendo la confianza para cambiar el clima y las perspectivas. En ese escenario, representantes de distintos sectores pudieron compartir una mirada estratégica y superadora, al abordar temas como las narrativas para el futuro, las nuevas estrategias multisectoriales de desarrollo y las instituciones del país que viene.
Una de las propuestas que surgió fue la de exhortar a educar para el trabajo, sin duda un camino clave sobre el que no nos cansaremos de insistir. Se señaló la importancia de una mirada estructural por encima de la coyuntural, seriamente afectada por el clima electoral que se reedita cada 18 meses distrayendo esfuerzos vitales.
Apostar a la formación de las jóvenes dirigencias políticas, tan ávidas de dejar atrás estrategias y miradas meramente confrontativas, es clave. El trabajo de la Red de Acción Política (RAP) ha sido precursor en este terreno de propiciar el diálogo y construir acuerdos desde la pluralidad, oficiando de facilitador. También el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) trabaja en la formación de líderes positivos que puedan transformar la realidad. Aún hay mucho por hacer cuando los buenos ejemplos no cunden y el idealismo juvenil colisiona con una realidad tan dolorosa como lamentable. Pero el potencial que representan merece reconocimiento.
Ponerse de acuerdo nunca será fácil. Las confrontaciones internas en los más diversos ámbitos traducen una arraigada vocación por la descalificación del otro, por quemar puentes a cualquier precio cuando las individualidades pugnan y el valor de lo colectivo se pierde. Poner énfasis en los temas en común y dejar de lado las diferencias implica un cambio de mentalidad que está visto que los mayores no logramos adoptar, anclados en un pasado de lucha que no nos permite avanzar. Una nación se construye con políticas de largo aliento, con esfuerzos mancomunados entre todos los sectores, con una mirada plural que sepa priorizar el valor de lo colectivo en aquello que resulta medular consensuar. No hemos sabido hacerlo y es tiempo de pasar la posta. Confiemos en que sean las jóvenes dirigencias las que puedan enseñarnos lo que no aprendimos. Ese es el sendero de un futuro de encuentros y desarrollo sustentable e inclusivo que nuestro país tanto reclama.