Día de la Solidaridad
Cuando los sistemas no funcionan, los ciudadanos se ven obligados a resolver cuestiones de las que no deberían ocuparse. Si la economía estalla, a muchos les faltará la dignidad del ingreso que da un trabajo. Si la política falla, se convierte en un espacio para los vivillos que harán de la cosa pública un instrumento para los negocios privados. Si las divisiones se instalan, se abre una oportunidad para quienes puedan ofrecer miradas holísticas capaces de generar sinergias superadoras.
Ciertamente, que falten el alimento, el techo o la salud no puede compararse con no poder acceder al último modelo de celular. El sistema de vasos comunicantes que naturalmente podría paliar muchas penurias tampoco funciona. Hay una infinidad de cuestiones prioritarias cuya satisfacción para muchas personas queda ligada exclusivamente a la sensibilidad de unos pocos. Basta con pensar en los millones que un Estado recauda en términos impositivos para enfadarse porque no vuelven como deberían a la comunidad. El liderazgo social se expande e inventa nuevas y creativas formas de calmar inequidades.
La Madre Teresa de Calcuta nació el 26 de agosto de 1910. En recuerdo de su ejemplo se celebra hoy el Día de la Solidaridad.La crisis por el Covid-19 puso a prueba de manera inédita nuestra capacidad de solidarizarnos con el otro saltando barreras no solo económicas, sino también intergeneracionales y regionales. Día tras día, más y más personas abandonan sus zonas de confort, ofrecen su tiempo, energía y recursos. Ejércitos de voluntarios trabajan cotidianamente para mejorar las vidas de otros, sin aspavientos ni vidrieras, solo alzando la voz para pedir el apoyo de la comunidad cuando los recursos no alcanzan. Enormes corazones laten juntos al compás de la generosidad. Otros solo miran, critican o se desentienden. Sin duda es un buen momento para que cada uno pueda replantearse su compromiso con los más vulnerables.
Mientras no tengamos un mundo justo, tengamos un mundo solidario.