Destrucción reiterada de silobolsas
- 5 minutos de lectura'
Alrededor de 330 silobolsas, valiosas formas de acopio, han sido destruidos en los últimos tres años en campos argentinos. El hecho más reciente fue el más grave: ocurrió el 7 del actual, en Puan, provincia de Buenos Aires, y afectó 51 unidades de propiedad de una cooperativa agrícola y ganadera local. Contenían 10.000 toneladas de trigo.
Los delitos producidos en el ámbito rural se han acrecentado notablemente en las dos primeras décadas del siglo XXI. Ha sido como si nada pudiera quedar a salvo en el país por el desorden institucional, el desdén por la ley y las reglas mínimas de convivencia civilizada, y por la exacerbación del odio y la violencia. Han estimulado a esta la irresponsabilidad de los ideólogos del kirchnerismo con su resentimiento y sus fantasías sobre la inaplicabilidad estricta de las leyes penales.
Así estamos, con el poder atomizado entre un presidente formal y divagante y una vicepresidenta que todavía ejerce por inercia la preeminencia sobre núcleos gravitantes del oficialismo en tren de ralearse, pero que no piensa ni siente en sentido estricto cómo desligarse de las consecuencias de actos de corrupción sistémica cometidos durante su presidencia. En los submundos que han proliferado en la Argentina desde 2003 ninguno configura, acaso, una situación de mayor gravedad que el del narcotráfico contaminante de la política, de la policía y de los servicios penitenciarios. Sus males y sus recursos inmensos lo impregnan todo. Hasta la vida rural ha perdido apacibilidad y la inseguridad se ha entrometido así en su desenvolvimiento cotidiano.
Entran en esa categoría los ataques por los que, sin ton ni son, se han quemado campos o usurpado propiedades con apartamiento de los titulares legítimos e invocación de derechos carentes de otro fundamento que la temeridad de los aventureros y de los políticos que los respaldan, según se verificó en la intromisión de figuras públicas nefastas en Lago Escondido.
Desde la primera destrucción de un silobolsa, en Santa Fe, este fenómeno en particular se extendió, sobre todo por la región pampeana. Lo hizo sin orden alguno. Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Santa Fe fueron las provincias más afectadas.
Ese fenómeno no ha tenido como explicación la voluntad de formular quejas, por más que es posible que haya constituido a veces la forma ilegal y artera de resolver cuestiones personales; lo verdaderamente perceptible ha sido el ánimo de inferir daños a la gente de campo y de esto se deduce la acción de un componente político radicalizado con su mensaje asolador.
Urge establecer nuevas modalidades policiales que permitan esclarecer la autoría de tantos actos de vandalismo. Urge, también, adecuar la legislación penal de forma de advertir que la sociedad, y el Estado en el que ella se ordena jurídicamente, se hallan atentos a las nuevas características de la violencia indiscriminada.
Los productores afectados por ese tipo de hechos han sido damnificados por la pérdida de cereal -no siempre soja; por igual, maíz, trigo- y por los costes del reembolsado cuando este ha sido posible. Pero los daños los ha padecido también, conviene no olvidarlo, la economía del país, tan vulnerada de por sí en la presente campaña por una sequía sin precedentes en la memoria inmediata.
El silobolsa para uso agropecuario ha sido una innovación argentina debida a la creatividad de don Zacarías Klas, que continúan y perfeccionan, sus descendientes. Ellos han logrado que el silobolsa remoce el paisaje rural desde hace un cuarto de siglo y que sus bondades hayan sido replicadas en otros grandes espacios del mundo por las exportaciones que realizan a cuarenta países; entre ellos, los de la región; pero, asimismo, a Estados Unidos, Canadá y Europa, sobre todo Francia.
Cualquiera de las formas de acopio debe vencer dificultades que prosperan por obra de la naturaleza y sus criaturas, como bichos y roedores de toda la índole. Lo saben por experiencia quienes utilizan acopios de chapa o pozos en la tierra para guardar granos de la cosecha. De modo, que la herramienta más moderna de acopio, que se extiende a no menos del 40% de la producción cerealera anual, se enfrenta con un inesperado problema, no menor al que están expuestas otras modalidades de resguardo de la producción agrícola.
Lo realmente nuevo es que al centrarse los daños inferidos por manos en principio anónimas en silobolsas se compromete un medio de acopio revolucionario. Sin ese medio no podría otorgarse la adecuada cabida protectora a la magnitud de cosechas que, de un tiempo a esta parte, en años normales, por así decirlo, llega la producción argentina.
Cuando el ministro Sergio Massa presidía la Cámara de Diputados de la Nación, en el bloque de su pertenencia se había trabajado en una iniciativa destinada a reflejar la grave preocupación del Congreso por el fenómeno del que damos cuenta. Es hora de que esa iniciativa sea retomada, venciendo, entre otras, la parálisis del Senado de la Nación a raíz de estar la vicepresidenta inmersa en un shock emocional y político al que es absolutamente ajeno el interés nacional.