Dengue y gripe A
El conocimiento de nuevos casos de contagio exige estar alertas y preparados tanto en materia sanitaria como en el manejo individual de la situación
El riesgo del dengue y de la gripe A están latentes y la prevención no debe olvidarse. El dengue se presenta con cierta periodicidad en la región. La última vez que tuvo carácter epidémico en el país fue en 2009, cuando afectó a 20.000 personas y hubo cinco víctimas fatales. En aquella oportunidad, abarcó las provincias de Chaco, Salta, Jujuy, Catamarca y, de modo menor, Tucumán y Corrientes. Es necesario volver a traer a la memoria aquel año, no para alarmarse, sino para aprender de lo ocurrido y saber con qué armas luchar frente a un asedio que puede ser prevenible y, sus efectos, poco nocivos, si se actúa a tiempo y bajo control médico.
Saber cómo se produce la enfermedad, qué personas son las más vulnerables o están en riesgo de contraer el dengue y también vacunarse contra la gripe –se estima que la correspondiente vacuna para la nueva cepa de la gripe A estará disponible desde el mes próximo– son pasos básicos para tener un control de este tipo de situaciones.
El dengue es de origen viral, trasmitido al ser humano por los mosquitos Aedes Aegypti o Aedes Albopictus, que previamente se han infectado y actúan como vectores o agentes que transportan el virus y lo incorporan al ser humano al picarlo.
La incubación tarda entre cinco y ocho días, y la enfermedad se presenta con fiebre súbita, con dolores de cabeza, de las articulaciones y de los músculos, realmente intensos, razón por la cual antiguamente, antes de conocerse su origen, la enfermedad era llamada "rompehuesos".
En las formas más graves sobrevienen hemorragias, como consecuencia de lesiones en los órganos, que, en casos extremos, pueden provocar la muerte de la persona infectada.
Sólo en el siglo XX se pudo establecer el modo en que se trasmitía la enfermedad al ser humano. Los mosquitos del tipo citados son particularmente peligrosos en la media mañana y al anochecer. Un dato muy importante es que la hembra deposita los huevos en aguas estancadas, dentro de las casas o en sus alrededores.
La prevención debe obrar desde el invierno. Se combate esta plaga al secar los posibles criaderos de mosquitos, allí donde el agua suele estancarse. Del mismo modo, hay que eliminar recipientes y neumáticos viejos o cacharros donde se pueden acumular los huevos del mosquito en restos de líquido.
Como se ve, la lucha contra el dengue y el mosquito vector no ha concluido, como tampoco se deben bajar los brazos en cuanto a otro de los males que tanto daño han hecho en el mundo: la gripe A. Lo demuestran los once recientes casos en un hospital de Carmen de Areco, en la provincia de Buenos Aires. Nueve de las personas contagiadas son enfermeras de ese centro de salud, según se informó.
A partir de esos casos de gripe A, presuntamente contagiados por una persona que se infectó durante un viaje a los Estados Unidos, las autoridades deben reforzar los controles y las campañas de concientización, y comenzar a alistar los equipos especializados en la detección y el tratamiento de esta enfermedad. La campaña de vacunación debe ser reforzada, especialmente para los que viajan al norte del continente.
La gripe A (H1N1), surgida en 2009, fue una pandemia causada por una variante del virus de la influenza. En nuestro país, causó más de 600 muertes y cerca de 10.000 contagios.
Para entonces, el virus había ingresado principalmente desde México y desde los Estados Unidos, y había provocado una situación sanitaria con pocos antecedentes y que costó mucho tiempo controlar.
Esa dura experiencia tiene que habernos dejado una profunda enseñanza respecto de cómo estar preparado ante situaciones de esta gravedad.
La prevención y el conocimiento a fondo del tema, como en todo lo relacionado con la salud, es primordial. Y no sólo la que facilita el Estado. También, la individual: el cuidado de los hábitos de higiene –tanto en el dengue como en la gripe A– y la consulta rápida a un especialista, sin automedicarse.