Del mar a la atmósfera
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Entender cómo funciona la Tierra es un desafío casi filosófico de más de dos mil años y entender el mar es casi poético. Tal reflexión pertenece al profesor Alberto Piola, reconocido oceanógrafo físico argentino e investigador principal del Conicet que acaba de recibir el Premio Fundación Bunge y Born 2024 en Ciencias del Mar y la Atmósfera.
El lunes último, en una colmada Sala Argentina del antiguo Palacio de Correos de Buenos Aires, el profesor Piola recibió el galardón de manos del presidente de la citada fundación, Jorge Born (h.), al tiempo que el doctor Juan Rivera, considerado un referente en el estudio de la variabilidad climática y su impacto en los Andes centrales, se hizo acreedor del Premio Estímulo.
Los asistentes al emotivo acto tuvieron la ocasión de aprender y sorprenderse sobre cuestiones para muchos desconocidas pese a su importancia para la humanidad.
El jurado de estos premios, que se otorgan desde 1964, destacó del profesor Piola su detallado análisis de información hidrográfica histórica, que permitió evidenciar la conexión entre la circulación de la región costera de Sudamérica con el océano profundo. El científico premiado puso de manifiesto, durante la ceremonia de entrega de las distinciones, que la vida en la Tierra depende fundamentalmente del clima y el clima depende en gran medida del océano. Indicó que las plantas marinas producen la mitad del oxígeno del planeta y que el mar provee el 15 por ciento de las proteínas que consumimos los seres humanos.
De allí la importancia vital que tiene el trabajo de investigación que realizan los científicos y la colaboración entre instituciones públicas y privadas para llevar adelante campañas oceanográficas, capaces de aportar datos de gran interés estratégico para los países.
Uno de los trabajos en los que participó el profesor Piola contribuyó a explicar la variabilidad en la distribución de diversas especies marinas, que van desde los microorganismos hasta el tope de la trama trófica marina, y el impacto de nuestra región en la circulación oceánica y el clima regional y global.
Respecto del doctor Rivera, acreedor del Premio Estímulo, el jurado destacó el aporte de su labor científica al estudio de las sequías hidrológicas y su impacto en la disponibilidad de agua para los próximos años en Cuyo y el norte de la Patagonia. También su constatación de que las olas de calor extremas registradas en el verano de 2022-23 en el centro de la Argentina podrían ser atribuidas en gran parte al cambio climático derivado de actividades producidas por el ser humano. “Trato de investigar para quien no tiene voz ni voto: la naturaleza”, afirmó el investigador.
La investigación marina, al igual que los estudios sobre la atmósfera, como se puede constatar, son extremadamente complejos y costosos. En tal medida, resulta más que loable y trascendente el trabajo de la Fundación Bunge y Born, que a lo largo de 61 años viene premiando a los mejores y estimulando la búsqueda de soluciones novedosas a problemas educativos, culturales, científicos y de salud pública.