Degradación de la mujer afgana
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En otra nueva y abusiva medida, el opresor régimen talibán de Afganistán ordenó el cierre de los salones de belleza y peluquerías, según informó el Ministerio de Moralidad. El portavoz del Ministerio de Prevención del Vicio y Propagación de la Virtud, Mohammad Sadiq Akif, informó que el plazo para concretar el cierre de los salones es de un mes a partir del 2 de julio.
Los salones de belleza resurgieron en Kabul y otras ciudades afganas en los meses posteriores a la expulsión de los talibanes, a fines de 2001. Muchos permanecieron abiertos tras la vuelta de los islamistas al poder hace dos años, pero con sus letreros y escaparates tapados, proporcionando a algunas mujeres trabajo y servicios a sus clientes.
La decisión del cierre provocará la desaparición de miles de comercios, regenteados por mujeres, a menudo convertidos en única fuente de ingresos para sus familias, y uno de los últimos espacios de libertad y sociabilización que tenían las afganas.
Desde su regreso al poder, en agosto de 2021, los talibanes, integristas musulmanes, excluyeron a las mujeres de la mayoría de los centros de educación secundaria, de las universidades y de la administración pública, recluyéndolas exclusivamente al ámbito hogareño. También cerraron la mayoría de los institutos femeninos y les impidieron trabajar, vedaron también el ingreso femenino a muchos lugares públicos como baños, gimnasios y parques, y las obligaron a cubrirse integralmente el rostro y el cuerpo para salir de sus casas.
Tampoco pueden trabajar al servicio de ONGs, de la ONU o de organizaciones internacionales.
En un reciente informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Richard Bennett, el relator especial para Afganistán, manifestó que “la discriminación grave, sistemática e institucionalizada de las mujeres y jóvenes está en el corazón de la ideología y del poder de los talibanes”.
Ante estos atentados contra la libertad, aplicados por la fuerza y con crueldad, los gobiernos y la opinión pública de Occidente no pueden permanecer indiferentes. Urge encontrar los medios –diplomáticos, informativos o económicos– para ejercer toda la presión necesaria sobre el régimen talibán para limitar sus excesos y mejorar la suerte de las mujeres afganas.