De la falta de idoneidad al bochorno
El lamentable espectáculo brindado por algunos diputados debe conducirnos a exigir mejores formas para seleccionar a representantes y funcionarios
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Solo vergüenza pueden producir en la ciudadanía los bochornosos episodios protagonizados en las últimas sesiones de la Cámara de Diputados por algunos legisladores que están lejos de honrar su tarea como representantes del pueblo.
El miércoles 12 de marzo, cuando la Cámara baja se aprestaba a debatir la conformación de la Comisión de Juicio Político, se registró una inaudita escena de pugilato entre dos diputados surgidos de las listas de la fuerza política gobernante: el libertario Lisandro Almirón y Oscar Zago, quien en su momento abandonó la bancada oficialista. En la misma sesión, se produjo una discusión subida de tono de la que participaron las diputadas de La Libertad Avanza Marcela Pagano, Rocío Bonacci y Lilia Lemoine. Esta última les reprochaba a sus colegas que estuvieran prestándose a dar quorum para el tratamiento de una solicitud del kirchnerismo tendiente a quitarle facultades delegadas al presidente de la Nación. La discusión terminó con Bonacci arrojándole agua de un vaso a Lemoine.
Anteayer, en otra caótica sesión de la Cámara baja, en la cual el oficialismo logró aprobar el decreto que habilita al Poder Ejecutivo Nacional a sellar un acuerdo para la refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, volvieron a registrarse lamentables incidentes. Abundaron las faltas de respeto por parte de diputados del kirchnerismo hacia el presidente del cuerpo, Martín Menem, aunque este no salió bien parado luego de la filtración de unos supuestos audios que darían cuenta de una conversación en la que el titular de la Cámara les pedía a miembros de la bancada oficialista que gritaran, interrumpieran e hicieran “quilombo”. Voceros de Menem desmintieron que haya sido así y adujeron que los audios “fueron cortados y editados”. La sesión mostró también a la diputada Pagano tratando de hacer oír su voz insólitamente por medio de un megáfono y calificando de “fascista” al presidente del cuerpo legislativo. Y, como corolario, volvió a tener como protagonista al diputado Almirón, quien le pidió disculpas a su par Zago, con quien se confundió en un abrazo, no sin antes exclamar: “¿Querés que te dé un pico?”.
No se trata, por cierto, de la primera vez que los legisladores del oficialismo ofrecen esta clase de chapucerías, llevados por una conjunción de inexperiencia, soberbia y falta de idoneidad, tanto técnica como moral.
Es de esperar que el partido gobernante profundice la seriedad de sus mecanismos de selección de candidatos para que puedan exhibir la necesaria capacidad y la conducta ética que exige el ejercicio de la función pública
Está claro que no son los parlamentarios de La Libertad Avanza los únicos que exhiben grotescas actuaciones, como aquellas a las que nos tiene acostumbrados el kirchnerismo. Pero resulta desalentador que una fuerza política nueva que se benefició del apoyo ciudadano en las urnas por su promesa de combatir a “la casta política” exhiba muchos de sus mismos vicios.
El gobierno de Javier Milei ha logrado instalar ideas trascendentales como la necesidad del equilibrio fiscal, y de terminar con las políticas inflacionarias y con una trama de regulaciones del Estado que ahogan la iniciativa privada y la posibilidad de inversiones productivas, además de favorecer la corrupción pública. Sin embargo, no ha demostrado el mismo ímpetu para cuidar la institucionalidad, al tiempo que ha dado no pocos ejemplos de recurrir al amiguismo o a consabidos representantes de la vieja política que dice combatir para cubrir áreas claves de la administración pública nacional.
Así como ha llenado listas de legisladores nacionales con personajes que no pasarían un mínimo examen de idoneidad, se ha desprendido de profesionales que dieron sobradas muestras de capacidad –el temprano despido de Osvaldo Giordano de la Anses es el ejemplo más recordado– y ha buscado en no pocos casos rodearse de simples obsecuentes.
De cara a las próximas elecciones legislativas, es de esperar que el partido gobernante profundice la seriedad de sus mecanismos de selección de candidatos, que, además de estar comprometidos con el genuino ideario liberal, puedan exhibir la necesaria capacidad y la conducta ética que exige el ejercicio de la función pública.

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