De la decadencia al abismo
Aunque el rey esté desnudo, el kirchnerismo sigue empecinado en ir por todo frente a una inflación que convierte nuestra moneda en papel picado y el futuro en un pozo aún más negro
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Sin candidatos confirmados todavía y mientras desvelados analistas y encuestadores procuran arrojar sus mejores pronósticos mirando la debacle económica e institucional, los meses que quedan del año electoral plantean un desafío plagado de incertidumbres.
Está claro que el kirchnerismo dará batalla. Sin descanso, fieles a sus consignas y más dispuestos a todo que nunca, trabajan tenazmente para no perder el caudal de votantes que les asegure conservar espacios de poder y, sobre todo, impunidad. La gran duda radica en cuántos abandonarán las huestes de un movimiento en caída libre con una masa crítica también víctima del desencanto. Urge intensificar maniobras y medidas para seducir votantes, nada nuevo en un espacio que desde hace más de 20 años lleva el sello del más rancio populismo demagógico.
En el conurbano bonaerense se librará, una vez más, la madre de todas las batallas. Aún con arcas exiguas, ante el peligro de perderlo todo, en detrimento de muchas provincias, la repartija hace foco en esta necesidad perentoria y un flaco “plan platita” busca reactivarse para tratar de seguir cautivando el voto.
Con el crecimiento exponencial del empleo público se expone el nivel de derroche e inoperancia de un Estado elefantiásico que alimenta sistemas en provincias feudales para sostener en el poder a siniestros personajes
Tan afectos a las mentiras y a las trampas, quienes nos gobiernan no cejan en sus esfuerzos por fidelizar el voto kirchnerista duro sabiendo que no alcanza para huir de la derrota. Redoblando la apuesta, no escatiman medios para atraer a más, en un todo vale que no por conocido debería dejar de estremecernos cuando se observa en su conjunto. Aquí van algunas de las herramientas que vienen utilizando, que forman parte de una concepción planificada para captar o fidelizar voluntades:
* Planes sociales que alimentan un nefasto asistencialismo que no genera empleo (millones de personas que dependen de dádivas).
* Subsidios a servicios públicos que solo empeoran las prestaciones.
* Moratorias previsionales que se repiten una tras otra (800.000 personas sin aportes ni los años requeridos en el último “perdón”).
* Incremento de planta de empleados públicos, en los tres niveles del Estado y en las deficitarias empresas del sector.
* Decenas de programas dibujados, como Potenciar Trabajo.
* Prebendaria distribución de bolsones de comida, colchones, electrodomésticos, entre otras medidas demagógicas que no atacan la raíz de los problemas.
* Entrega de tierras en poder del Estado y de particulares a título gratuito, en franca violación de la Constitución, tolerando la usurpación, incluso por parte de falsos pueblos originarios y por activistas sociales.
* Apoyo a minorías radicalizadas que suman a la pátina progre.
* Programa Previaje con foco en la clase media y traslados gratuitos de fin de curso para jóvenes bonaerenses.
* Liberación de presos y suscripción a peligrosas doctrinas abolicionistas para intentar asegurarse el triunfo en las cárceles.
* Otorgamiento de DNI a indocumentados y extranjeros como parte de la campaña y no por los derechos que corresponden en cada caso.
* Manipulación y tergiversación de la historia.
* Declamar la defensa de los derechos humanos y condenar a la pobreza, la inseguridad y el hambre a millones de personas.
* Socavar la división de poderes e insistir en la reforma de la Justicia para garantizarse impunidad.
* Arremeter contra la Corte Suprema para instalar una narrativa que favorezca la impunidad de la vicepresidenta.
* Atacar persistentemente a la prensa independiente que se atreve a revelar la matriz de la corrupción.
* Apoyar a regímenes dictatoriales de la región y del mundo.
Tanta ideologización de la pobreza ha dado sus frutos luego de 20 años de kirchnerismo; números que duelen y espantan. Van de la mano de la conveniente desvalorización y desacreditación del mérito y del esfuerzo, de la demonización del espíritu emprendedor y del valor de la libre empresa.
Varias generaciones de argentinos no asignan ya valor alguno al trabajo, pretenden vivir del Estado toda su vida. Se estima que solo tres de cada diez varones y una de cada diez mujeres que alcanzan la edad jubilatoria están en condiciones de cobrarla. Más de 25.000 inscriptos suma ya la última edición aprobada hace un mes. Recordemos que, con la moratoria de 2005, se sumaron al sistema dos millones y medio más de jubilados sin los años necesarios y, mucho menos, los aportes.
Con el crecimiento exponencial del empleo público se expone el nivel de derroche e inoperancia de un Estado elefantiásico que alimenta sistemas feudales en provincias para sostener en el poder a siniestros personajes. Sin mencionar la sangría de recursos en manos de funcionarios incompetentes, tantos con abultados sueldos o simples ñoquis municipales, provinciales o nacionales.
Hasta la soberanía se negocia si puede traducirse en votos o dineros. Desde una base china instalada en la Patagonia, a la vista gorda cuando no el apoyo explícito, a grupos de delincuentes disfrazados de pueblos originarios que siembran con violencia el terror mientras amenazan con erigir en nuestro territorio sus supuestos Estados. Ni hablar de la entrega de tierras a título gratuito en distintos lugares de la Argentina; la colectivización de la propiedad también da buen rédito político aunque viole la Constitución.
Aquel “volvimos para ser mejores” debía profundizar el quiebre de la sana división de poderes, maniobra propia de gobiernos autocráticos. Subordinar a la Justicia, poblarla de adeptos, encarar una conveniente reforma judicial y propiciar cambios en la Corte fueron solo algunos de los caballos de Troya montados para lograr la impunidad de la lideresa. No alcanzó.
Cada vez que la prensa independiente alzó la voz, la agresión se intensificó y la pauta publicitaria a ella asignada se redujo para multiplicarse en los medios afines. Carpetazos, denuncias falsas, aprietes, métodos mafiosos también se volvieron costumbre cuando los escándalos tomaban estado público dejando al descubierto la gigantesca matriz de corrupción instalada.
A la hora de juntar fondos para la campaña, convenientemente obstaculizada la ley que obliga a transparentar sus orígenes, los negociados entre los amigos del poder están más que nunca a la orden del día. Con alguna posibilidad de ser el elegido por la dedocracia cristinista, el inefable y volátil Sergio Massa intensifica sin disimulo sus gestiones. Prometiendo alejarse de China, alimenta con sus recorridas las ilusiones norteamericanas y renegocia a costa del Estado cada peso que le urge sumar sin demoras. Recompra deuda que después venderá más cara, otorga aranceles especiales para monopolizar mercados, diseña dólares a medida y sonríe ante las cámaras mientras hipoteca el futuro del país. Los hechos confirman no solo su incapacidad para encauzar una situación hoy desmadrada, sino también su arraigada y servil desvergüenza.
Aunque el rey esté desnudo seguirán haciendo todo lo que esté a su alcance para tratar de arroparlo convenientemente. El relato no cesará, aunque la inflación convierta en papel picado nuestra moneda y el “vamos por todo” resuene amenazante en nuestros oídos. El abismo está cada vez más cerca.