Cuba y un severo plan de ajuste
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Con una economía de planificación centralizada y fuerte predominio de la empresa estatal, Cuba enfrenta una crisis económica sin precedentes en tres décadas, pulverizando la promesa del dictador Miguel Díaz-Canel que había vaticinado un 2023 más próspero para la isla.
A la falta endémica de alimentos e insumos médicos, la persistencia de la inflación, que corroe sin cesar el nivel de vida de la población, una ola migratoria que ha alcanzado niveles nunca vistos y que busca caminos alternativos por donde se pueda, ahora se suma que 2024 comenzará con el más severo ajuste en décadas, que encarecerá la vida de las familias de la isla a corto plazo.
El incipiente sector privado, que con luces y sombras da un poco de oxígeno a la economía, tampoco saldrá muy bien parado. Se pretende actualizar las actividades no autorizadas a realizar por los actores económicos no estatales, eliminar las exenciones y extender la aplicación del impuesto sobre las ventas.
El plan de medidas económicas para el corriente año presentado por el primer ministro, Manuel Marrero, incluye incrementos en los precios de la electricidad, el gas, el agua, los combustibles y el transporte. Además, se recortará el despilfarro de los subsidios a la canasta de alimentos básicos, incluyendo los cada vez más escasos productos que se compran con la conocida libreta de racionamiento.
Por su lado, el Ministro de Economía y Planificación y Vicepresidente del Consejo de Ministros, Alejandro Gil Fernández, informó que las exportaciones estuvieron por debajo de lo estimado, el níquel redujo su precio en el mercado internacional y la producción de azúcar, uno de los principales productos de exportación, cayó drásticamente.
La devaluación del peso cubano ha alcanzado niveles alarmantes, con un dólar que se cotiza en el mercado informal a más de 200 pesos y que refleja una caída de la moneda nacional de casi 50% en comparación con el año anterior. Esta situación ha tenido un impacto directo en la economía doméstica, donde en octubre de 2023, el salario mínimo mensual de un cubano se redujo a 8,23 dólares, quedando por debajo de las clasificaciones internacionales de pobreza extrema.
La tan mentada Tarea de Ordenamiento ha fracasado y es sustituida ahora por un supuesto programa de estabilización macroeconómica donde no se aprecia un plan concreto para dinamizar la economía: solo hay anuncios generales en diversos ámbitos, pero un alto porcentaje de las medidas concretas son alzas de precios y tarifas que siguen impactando sobre el nivel de vida de los habitantes de la isla.
En medio de la peor crisis que se recuerda en Cuba, el régimen de Miguel Díaz-Canel anunció un plan que significará para los cubanos de a pie un ajuste de cinturones que ya no encuentran cómo apretar más. Hasta que no se desmonte el actual mecanismo de dirección planificada de la economía no será posible superar la crisis. El principal obstáculo sigue siendo el control que se pretende mantener y que restringe las fuerzas productivas.