Cuba: un callejón sin salida
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En medio de una profunda crisis económica, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, asumió su segundo mandato de cinco años al frente del país. Pese a que su popularidad se encuentra en su nivel más bajo, 462 diputados plasmaron su obediencia en las urnas instaladas en el Palacio de las Convenciones de La Habana y dieron su beneplácito a su candidatura presidencial.
La renovación del mandato hasta 2028 sucede en medio de una voraz crisis energética que ha colapsado las gasolineras de la isla con inmensas hileras de ciudadanos tratando de aprovisionarse. Cuba importa prácticamente todo el petróleo que consume y usa mayoritariamente este combustible para generar energía.
La cancelación del histórico desfile del 1° de Mayo en La Habana, la suspensión de las clases presenciales en varias universidades y la basura acumulada en las calles por la demora en su recolección son algunas de las consecuencias más palpables de la escalada de la crisis de combustible, de incierto final y malestar en alza.
Ese desabastecimiento ha generado un éxodo nunca visto en la isla, pese a que, en los más de 60 años transcurridos desde el triunfo de la Revolución que lideró Fidel Castro, han sido miles los cubanos que han buscado una vida mejor más allá de sus fronteras.
La inflación es cada día mayor, los salarios alcanzan menos, el peso no deja de perder valor y hasta el dinero en efectivo escasea en bancos y cajeros automáticos. El racionamiento de productos básicos se ha endurecido, y aquellos que se venden fuera de los mercados oficiales tienen precios inalcanzables para la mayoría de la población que no recibe remesas de familiares desde el exterior.
El descontento popular se hizo nuevamente visible en las calles. El 6 del corriente mes hubo una multitudinaria protesta pacífica en las calles del pueblo de Caimanera, en la provincia cubana de Guantánamo, reclamando por la situación de precariedad en la que viven los ciudadanos, quienes protestaban al grito de “libertad, democracia y comida”. La violenta represión no tardó en llegar.
Cuando los videos de la protesta comenzaron a difundirse por las redes sociales, el régimen aplicó de inmediato su habitual cerco informativo, que comprende el corte del servicio de internet y de la telefonía móvil, temeroso de que el malestar reinante se trasladara a otras partes de la isla.
El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias atribuyó la protesta a “una indisciplina en una fiesta pública por personas embriagadas”. Agregó que “la población contribuyó a restablecer el orden” y que “hay calma en la localidad”. Sin embargo, filmaciones de teléfonos celulares mostraron personas con uniforme militar golpeando a manifestantes que reclamaban por sus derechos.
En Cuba no se permiten ni el disenso ni elecciones libres. El poder se impone de manera omnímoda. La contracción de la economía, la crisis energética y alimentaria, por citar algunos de los padecimientos que sufre el pueblo cubano, son claros disparadores de protestas que representan un viejo clamor que debe escuchado.