Cuba, sumida en su grave crisis
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El 11 de julio pasado el hartazgo del pueblo de Cuba ganó las calles de medio centenar de ciudades de la isla, en una masiva y espontánea protesta, inédita en 60 años de castrismo. La convocatoria nació bajo las consignas “patria y vida”, en referencia a la canción que se ha convertido en himno libertario, y “queremos que caiga la dictadura”, en reclamo por el fin del comunismo.
En un clima de creciente tensión social, los reclamos contra el “modelo soviético” fueron reprimidos violentamente. Además de 40 con paradero desconocido, todavía hay 505 ciudadanos cubanos presos tras las protestas, acusados del “imperdonable delito” de pensar distinto y expresar abiertamente sus disidencias, víctimas de malos tratos y abusos. Algunos de los cientos de detenidos fueron rápidamente condenados a prisión, con severas penas.
La inflación es de tres dígitos y los salarios cubanos están muy por detrás. Con creciente número de víctimas de la escasez de alimentos y medicinas, cada vez peores servicios públicos y el Covid fuera de control, crecen la indignación y la desesperanza.
El régimen comunista cubano exhibe su incapacidad para enfrentar una situación cada vez más preocupante y acusa a los Estados Unidos de instigar las protestas, parapetado detrás de un “modelo” socioeconómico visiblemente agotado y claramente fracasado.