Coronavirus: Estados Unidos y la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, fue fundada en 1948 y pertenece al amplio universo de entidades especializadas de las Naciones Unidas. Tiene 194 Estados miembros y está específicamente abocada al cuidado de la salud.
Sus recursos provienen de los aportes de esos Estados, estimados sobre la base de parámetros como población y riqueza, además de significativas contribuciones voluntarias. A los Estados Unidos, el mayor contribuyente, con unos 400 millones de dólares por año, les siguen la Fundación Bill Gates, con unos 230 millones, el Reino Unido y Alemania.
El presidente Donald Trump anunció que suspenderá temporalmente los aportes de su país a la OMS "por su mala gestión y encubrimiento de la expansión del coronavirus". Ese anuncio se hace en medio de la dura pandemia que azota al mundo. Acusa a la OMS de haber sido condescendiente con China, disimulando su tardía reacción y su lamentable falta de transparencia frente al brote inicial de coronavirus en la ciudad de Wuhan, sin haber previamente vigilado de cerca un laboratorio emplazado en esa misma ciudad, cuya peligrosidad operativa los EE.UU. habían denunciado específicamente en 2018, encubriendo así una inexplicable demora en la reacción china, que se ha cobrado ya numerosas vidas.
El momento elegido para anunciar tan dura decisión resulta particularmente inoportuno, dado que la labor de la cuestionada organización es hoy más necesaria y urgente que nunca. Así lo entendieron no solo distintos sectores del país del norte, sino también numerosos líderes internacionales, como el propio secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y países como Alemania, Australia y Nueva Zelanda, además de China. Lo cierto es que los funcionarios de la OMS solo llegaron a China el 10 de febrero pasado, cuando se habían acumulado ya unos 40.000 infectados.
El gobierno norteamericano acusa al director de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreysus, de no haber denunciado inmediatamente el inminente peligro, atribuyéndole una aparente cercanía política con las autoridades chinas. Esa actitud es aún más criticable cuando se tiene en cuenta que lo que estaba ocurriendo en China había sido también denunciado expresamente por Taiwán, país que no es miembro de la OMS. Así surgió del correo difundido oficialmente desde Taipei, cuyo contenido alertaba ya en diciembre sobre la transmisión persona a persona de un virus desconocido que provocaba una neumonía atípica en China, y que la OMS había negado recibir. Llama poderosamente la atención que el mencionado funcionario no haya ofrecido su renuncia, por cuanto ninguna persona puede ubicarse por encima de la organización que circunstancialmente conduce.
Curiosamente, una acusación similar recae ahora sobre el presidente Trump en su propio país, fundada en su tardía reacción ante el avance del virus y la consiguiente emergencia sanitaria que hoy enfrenta.