Contaminación plástica
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Urbano Monti, el cartógrafo italiano que en el siglo XVI dibujó con enorme detalle y colorido un planisferio científico universal de 60 hojas, jamás habría podido imaginar que tantos siglos después, con todos los avances registrados, los nuevos mapas pudieran omitir las cinco enormes islas nacidas de seis décadas de acumulación de desechos plásticos. Hay dos en el océano Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico, además de otras dos más pequeñas en el Mediterráneo y en el Caribe.
La más grande, la del Pacífico Norte, fue descubierta en 1997 y tiene una extensión cinco veces más grande que la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Como ya señalamos desde este espacio, urge ocuparse de un tema cuya gravedad denunció el Foro Económico Mundial al prever que para 2050 los océanos podrían contener más toneladas de plástico que de peces.
Como parte del nuevo plan “BA Recicla” y con el afán de concientizar sobre el impacto de la contaminación del agua, el Planetario porteño exhibió en su lago una llamativa intervención. Un montón de botellas y materiales plásticos reciclables aportados por una cooperativa de recuperadores urbanos sirvió para armar una pequeña isla de plástico para recordarnos que gran parte de los residuos que se arrojan en las calles van al Río de la Plata, comprometiendo la biodiversidad.
El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana busca promover la separación de basura en origen ubicando contenedores verdes en un radio de 150 metros de cada hogar. Si se logra que el 80% de los porteños contribuya con la separación domiciliaria de residuos, se podrá duplicar la cantidad de materiales reutilizables tendiente a disminuir la contaminación.
Este abordaje involucra factores como el diseño de tecnología apropiada para el tratamiento de estos residuos o desarrollos científicos sobre alternativas tales como las de gusanos que comen plástico. Sin embargo, incluso ante acciones políticas coordinadas que sumen una efectiva cooperación internacional, entre otros aspectos, la responsabilidad individual sigue siendo clave. No tenemos un planeta B.