Consumo de drogas: cifras que alarman
En momentos en que la edad de inicio en el consumo de marihuana sigue bajando, es necesario insistir en la importancia del camino de la prevención
Actualmente, drogas como la marihuana o la cocaína, al igual que la ingesta abusiva de bebidas alcohólicas , gozan de elevada tolerancia social y, de manera creciente, hasta familiar. De esa forma se impide apreciar adecuadamente el grave riesgo implícito que tienen como futuras introductoras habituales de drogas ilícitas con un potencial adictivo y destructivo mucho mayor.
Así, por ejemplo, en el caso de la marihuana, el 18,8% de sus consumidores tienen evidentes síntomas de adicción. Desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) se ha señalado el peligro detectado en las nuevas camadas de consumidores, ya que la edad de inicio en el uso de esa droga bajó a los 15 años. Además, un estudio preparado por el Observatorio Argentino de Drogas agregó que entre quienes iniciaron su contacto con la marihuana a los 17 años o antes, casi 30 de cada 100 personas presentan consumo abusivo y más del 46% consumen estupefacientes frecuentemente.
Por otro lado, el consumo de cocaína ha crecido desmedidamente y, como lo señala el jefe de Toxicología del Hospital Fernández, Carlos Damín, "tarde o temprano el consumo de cocaína se transformará en un problema", ya que "su consumo se ha generalizado y no distingue niveles socioeconómicos". Lo que difiere es la vía de ingestión: las personas de menores recursos consumen cocaína fumable, dentro de la que se encuentran el paco y la pasta base, mientras que las personas con mayor poder adquisitivo la ingieren por aspiración.
Sin embargo, el doctor Damín advierte que en los últimos dos años se produjo la reaparición de la cocaína inyectable, que es la que surte efecto en forma más rápida y también más grave. Su efecto llega en unos cinco minutos, contra los diez minutos de la que se fuma y quince de la que se aspira. Y señala que en el Hospital Fernández tienen alrededor de 350 casos por año de pacientes consumidores de cocaína en todas sus formas".
El desmedido consumo de sustancias psicoactivas puede medirse, en parte, por la cantidad de personas que recurren en busca de ayuda profesional.
Un sondeo realizado por la Sedronar en 1028 centros de tratamiento de adicciones, públicos, privados y mixtos determinó que en 2017 fueron 196.781 personas las que solicitaron atención, tanto ambulatoria como residencial. Lo que más preocupa a los responsables de dichos centros es que en los pedidos de asistencia ya no aparece el alcohol como único factor de riesgo, sino que se notó la consolidación de la etapa de policonsumo de drogas. La reunión en que encontró la muerte Natacha Jaitt es un claro ejemplo de lo que estamos refiriendo. Las personas que participaron de tal encuentro declararon que se consumieron alcohol, marihuana, LSD y cocaína.
Otro problema que debe alertar a las autoridades pertinentes es la presencia en esos centros de asistencia de casi 10.000 menores con síntomas evidentes de abuso en el consumo de drogas. Según el informe de la Sedronar, 1263 chicos de entre 8 y 12 años fueron tratados en 2017 por sus adicciones.
La cuestión del consumo de drogas a edades tempranas también fue señalada en un reciente informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el consumo de drogas en América, en el que se señaló que "sustancias como el tabaco, el alcohol, la marihuana y la cocaína muestran algunos niveles de uso entre los estudiantes de octavo grado", por lo que abogó por la necesidad de implementar políticas preventivas desde "la primera infancia".
No menos importante ha sido la advertencia de la OEA sobre la creciente prevalencia de las nuevas y altamente peligrosas sustancias psicoactivas, que a menudo tienen propiedades químicas o farmacológicas similares a las de sustancias controladas y que están causando un significativo número de muertes entre los jóvenes que las consumen.
Las cuestiones vinculadas con la prevención de las adicciones y la rehabilitación de los adictos no solo requieren una visión política, sino también una coordinación de alto nivel técnico que, además de hacer compatibles los programas de los distintos ministerios -lo que podría evitar duplicidades en la acción, ineficiente uso de recursos, espacios vacíos en la acción pública-, debería articular las políticas de salud, promoción del deporte, seguridad ciudadana y educación. Motivos sobran, pues, para insistir en que el abordaje indicado del problema es el que apunta al camino que termina en el consumo. Esto es, el de la prevención.