Confundir sobre la inmigración
MADRID.- El Gobierno y el PP se han enzarzado en una agria bronca política a cuenta de la inmigración cuando más necesario resulta abordar con sentido de Estado y sin demagogias uno de los retos de futuro que tiene España de más compleja respuesta.
El PP ha visto en la inmigración, en particular la irregular, pese a ser mínima en comparación con la legal, un ariete contra el Ejecutivo y una forma de arrebatarle espacio al populismo nativista de Vox.
Pedro Sánchez ha contribuido a la confusión al enlazar en una declaración sin preguntas en Senegal la prioridad de la seguridad y la necesidad “imprescindible” del retorno de los inmigrantes irregulares. Son dos obviedades que no suponen un cambio de política, pero juntas contribuyen a dar la sensación de que una cosa depende de la otra. El PP se agarra a esta frase para sentirse justificado. Introducir en el debate público la idea de que hay una relación directa entre inmigración irregular e inseguridad es jugar con fuego.
España ya es a todos los efectos un país de inmigrantes: 8,7 millones de ciudadanos (un 17,8% de la población) han nacido en otro país. La llegada regular de extranjeros ha sido imprescindible para llegar a este nivel de prosperidad y lo seguirá siendo para mantenerlo. Por ejemplo, para garantizar en 2053 la actual relación entre trabajadores y pensionistas harán falta 24 millones de inmigrantes, según el Banco de España. Dar la espalda a esa realidad es absurdo.