Conflictos mundiales, una necesaria tregua
El mundo enfrenta estos días a un enemigo común: el Covid-19. Frente a un adversario de tal envergadura, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, ha solicitado "un alto el fuego inmediato, en todos los rincones del mundo", pedido al que también se sumara el Papa Francisco.
Guterres fue categórico: "Es hora de dejar atrás los conflictos armados y centrarse juntos en la verdadera batalla de nuestras vidas. Depongan las armas, silencien los cañones, pongan fin a los bombardeos aéreos", exhortó. "Acabemos con la plaga de la guerra y luchemos contra la enfermedad que asola nuestro mundo. Esto comienza por el cese de los combates, en todas partes, de inmediato", insistió, subrayando que esto es crucial para que se puedan establecer corredores de ayuda humanitaria "que salvarán vidas".
Alrededor de 70 Estados de todo el mundo están actualmente involucrados en algún tipo de conflicto y, si bien no citó a ningún país en concreto, el funcionario advirtió que las naciones golpeadas por guerras, con sistemas sanitarios destruidos y con multitud de desplazados y refugiados, son particularmente vulnerables.
En Siria, que suma casi diez años de guerra civil, el coronavirus se ha hecho presente como una amenaza mortal para los seis millones y medio de desplazados internos. También en Yemen, donde la guerra civil que se libra desde hace ya cinco años ha creado una de las peores crisis humanitarias del mundo.
En respuesta al llamamiento de las Naciones Unidas, varios grupos armados de Camerún, Filipinas, Yemen y Siria han tomado las primeras medidas para reducir la violencia en los últimos días. También la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha declarado una tregua unilateral durante abril y el Movimiento de Liberación de Sudán aceptó el llamamiento para un alto el fuego en Darfur.
Si los aislamientos son complejos, la oferta de camas en hospitales y centros asistenciales insuficientes y la falta de equipos específicos para el tratamiento del coronavirus impacta en casi todo el mundo, qué imaginar que podría desencadenarse en caso de una infección a gran escala en áreas de difícil acceso, de climas malsanos, con poblados que carecen de condiciones mínimas de agua potable, suministros médicos y alimentarios.
Ante la pandemia del Covid-19, un sentimiento amplio de solidaridad se alza desde distintos rincones del planeta y la respuesta del conjunto de la humanidad no puede ser ignorado por quienes combaten. Es el momento para dejar a un lado la insensatez de la violencia fratricida. El cese del fuego debe ser un gesto inmediato e inequívoco.
Es de esperar que la cordura prevalezca entre los actores involucrados en conflictos que azotan a tantos países. Si continuaran los combates, las ejecuciones extrajudiciales, los confinamientos, los reclutamientos y los desplazamientos forzados, en medio de la aguda crisis sanitaria presente, serán expresión de un absoluto desprecio por la vida humana tan inentendible como condenable.