Compleja salida para Venezuela
Dios dotó a Venezuela con una inmensa cantidad de recursos naturales. El petróleo, el gas, el cacao, el café, el hierro, el oro, el carbón, los diamantes y el coltán hicieron de este país, estratégicamente situado en el extremo norte de América del Sur, con costas en el mar Caribe y el océano Atlántico, uno que podría haber cumplido las expectativas de convertirse en una verdadera potencia económica.
El deterioro de los dos partidos políticos dominantes durante décadas condujo a los venezolanos a votar en las elecciones de 1998 por un teniente coronel golpista, Hugo Chávez. Este llegó al poder con el concepto "caudillo-Ejército-pueblo", de corte netamente fascistoide y convirtió a las Fuerzas Armadas en la columna vertebral del gobierno.
Lamentablemente, y pese al descalabro económico, que ya ha expulsado al exterior a casi cinco millones de venezolanos, no se vislumbra una solución. Ello, por dos motivos fundamentales. El primero es la alianza que había sellado Chávez con el Ejército, cuyos 2100 generales en actividad se han beneficiado enormemente de la corrupción y, en muchos casos, del narcotráfico. No debe olvidarse que se estima que un 60% del narcotráfico originado en Colombia sale al exterior a través de Venezuela.
El segundo motivo lo constituye la red de alianzas que Chávez, primero, y Maduro, después, tejieron con países como Rusia, China, Irán y, por supuesto, con Cuba. La isla necesita el petróleo venezolano como el oxígeno que le permite sobrevivir económicamente y va a agotar todos los esfuerzos para la estabilidad de Maduro. Los servicios de seguridad cubanos conservan un control casi absoluto sobre las Fuerzas Armadas venezolanas. Personalidades y organizaciones internacionales, también la Iglesia, han realizado numerosos llamados de atención por las graves violaciones de los derechos humanos. Los países de la región deberían manifestarse y presionar por medio de diversos mecanismos diplomáticos hacia una salida democrática, es decir, colaborar para que se convoquen comicios supervisados por organismos internacionales y que Venezuela recupere la institucionalidad.