Colombia: los niños de la guerra
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El reclutamiento de niñas, niños y adolescentes obligados a convertirse en combatientes, vigilantes, espías o víctimas de aberrantes abusos sexuales, repudiable práctica extendida entre todos los grupos armados ilegales de Colombia, constituye el grado más extremo de explotación infantil, un crimen atroz que desconoce las mínimas normas del derecho internacional humanitario.
Los grupos armados utilizan a los niños como verdaderos escudos humanos: los cabecillas de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se rodean de niñas y niños y se encargan de hacerlo saber, para evitar que las fuerzas militares adelanten operaciones o bombardeos en su contra.
Se calcula que desde 2002 han sido reclutados en Colombia más de 14.000 menores de edad, de los cuales más de ocho mil se hicieron mayores en las filas de algún grupo armado ilegal, en la mayoría de los casos las FARC. Actualmente, el ELN, las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo y otras estructuras criminales aún reclutan niños y niñas, como lo documentó el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) al presentar ante la Fiscalía y la Justicia Especial para la Paz (JEP) 464 nuevos casos, entre noviembre de 2016 y enero de 2021.
Sin embargo, fuentes de la Fiscalía General, encargada de judicializar a los responsables de estas prácticas prohibidas internacionalmente, señalaron que las cifras pueden ser más altas, pero que la falta de denuncia de los familiares de los menores, que en muchos casos siguen viviendo en las zonas donde mandan los verdugos de sus hijos, hace muy difícil contar con datos fidedignos tanto como avanzar en los procesos penales contra los victimarios.
Desde marzo de 2019 se halla abierto un caso sobre “Reclutamiento y utilización de niñas y niños en el conflicto armado”. Sin embargo, Colombia ya tenía una idea muy clara de cómo la guerrilla y los paramilitares habían utilizado a los menores de edad como carne de cañón para la guerra, la esclavitud sexual y mano de obra. Pese a que en varias ocasiones los líderes del partido FARC han negado el reclutamiento forzado de menores de edad, ahora han manifestado que se comprometerán con la verdad, la justicia y la reparación. Si bien el comunicado público es un buen primer paso, lo más importante serán los testimonios y la información que brinden a la JEP y a la Comisión de la Verdad.
Resulta necesario que se conozca en detalle el infierno padecido por estos menores de edad, para quienes parece que no existe la justicia. De los más de cuatro mil casos investigados por la Fiscalía General, se han conocido muy pocas condenas. Se trata de una impunidad infame que no solo revictimiza, sino que envalentona a sus reclutadores para que persistan en su sistemático y abominable método criminal.
Los hechos que confirman que los grupos armados ilegales continúan forzando a niñas, niños y adolescentes a sumarse a la guerra deben seguir alentando el esfuerzo conjunto de las autoridades y la sociedad colombiana y de la comunidad internacional para acabar con este escandaloso delito que involucra a menores inocentes.