Colillas de cigarrillo
El consumo y la producción de tabaco han demostrado ser dañinos para la salud humana, pero ahora hay pruebas de que también perjudican dramáticamente los ecosistemas. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el tabaco mata a más de 8 millones de personas cada año y destruye nuestro ambiente, perjudicando aún más la salud humana, a través del cultivo, la producción, la distribución y los residuos posconsumo”. El tabaco contiene más de 7000 sustancias químicas tóxicas al punto que una sola colilla puede contaminar hasta 10 mil litros de agua.
Puede llevar hasta 12 años que una colilla de cigarrillo se biodegrade, por lo que encabeza la lista de los mayores contaminantes después de los envoltorios de alimentos y tapas de botellas, entre otros. Según la OMS, el 40% de los residuos recolectados en zonas urbanas y costeras en los últimos 40 años son colillas de cigarrillos. Sin embargo, la conciencia colectiva sobre la contaminación producida por estos filtros, tras ser fumados, es inversamente proporcional al daño que producen.
Los filtros están hechos de acetato de celulosa, un plástico que, cuando se arroja en el ambiente, también disemina nicotina, metales pesados y otros químicos. Al degradarse, se convierten en microplásticos, que representan una de las mayores amenazas a las aguas de ríos y océanos.
La legislación local para evitar esa contaminación en los ecosistemas es muy limitada. La Legislatura porteña aprobó una ley que prohíbe y sanciona con fuertes multas, trabajos comunitarios y educación ambiental a quienes arrojen colillas de cigarrillo en la vía pública. ¿Alguien los controla? Lo mismo hizo la provincia de Neuquén al prohibir por ley el desecho de colillas en vía pública y espacios comunes de uso público.
La diputada Margarita Stolbizer prepara un proyecto de ley de responsabilidad extendida de productores, orientado al cuidado del ambiente, con el fin de garantizar la implementación de los derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones y acceso a la justicia en asuntos de ese tipo.
Un equipo de investigadoras del Laboratorio de Micología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA (FCEN-UBA –Conicet) desarrolló un método que utiliza hongos para degradar los contaminantes de las colillas de cigarrillos. Se trata de un tipo de hongos que crece en la madera y tiene la capacidad de usar las colillas como fuente de alimento. Llamados “de pudrición blanca”, pueden decolorar el típico tono amarillo o amarronado de las colillas y neutralizar su olor.
La bióloga María del Pilar Núñez expresó. “Nuestra propuesta es detoxificar de manera biológica los filtros de los cigarrillos para luego poder reutilizar el material, ya que tiene diversos usos en la industria: desde pulpa para papel hasta relleno de placas aislantes en la construcción.”
Los buenos resultados de esta investigación, como toda aquella tendiente al tratamiento y control de los efectos ocasionados por las colillas de cigarrillos deben alentarse calurosamente. Solamente con información clara, confiable y accesible se podrán tomar decisiones correctas para solucionar este otro grave problema ambiental. No hay planeta B.
LA NACION