Cobarde declaración del G-20
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Para delimitar lo que sería la declaración conjunta final de la cumbre del G-20 realizada en la India, el premier indio, Narendra Modi, se ocupó de que la guerra en Ucrania no eclipsara la atención a las necesidades de las naciones en desarrollo del llamado sur global, y para ello no permitió que el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, se dirigiera a los participantes.
Por primera vez desde que existe este organismo multilateral, el presidente chino, Xi Jinping, no participó de la reunión. También se ausentó Vladimir Putin por temor a quedar preso por los cargos de crímenes de guerra impuestos en su contra por la Corte Penal Internacional y, centralmente, por el robo de niños ucranianos.
Las circunstancias estaban dadas para que, como ocurrió, la declaración conjunta evitara condenar a Rusia por la invasión a Ucrania y en su lugar se emitiera un “llamado a todos los Estados para que defiendan los principios del derecho internacional, incluida la integridad territorial y la soberanía, el derecho internacional humanitario y el sistema multilateral que salvaguarda la paz y la estabilidad”, para continuar diciendo que “acogemos con satisfacción todas las iniciativas pertinentes y constructivas que apoyen una paz global, justa y duradera en Ucrania”.
El G-20 concluyó con una resolución que pidió respetar la integridad territorial, pero, para contentar a Rusia, vergonzosamente no condenó la invasión rusa a Ucrania. Cobardemente el texto adoptado en la India no mencionó explícitamente que hubiera habido una “agresión” rusa en Ucrania, como había quedado expresado en 2022 en la anterior cumbre del G-20, en Indonesia.
En su papel de anfitrión y moderador, la India reconoció que aunque el G-20 condenó el sufrimiento y los efectos causados por la guerra, no solo en suelo ucraniano sino alrededor del globo, también debía reflejar la opinión de Moscú y Pekín, que expresaron que la geopolítica no debía tener lugar en un foro eminentemente económico.
En sentido similar se manifestó el presidente brasileño, Lula da Silva, quien asumió la presidencia del G-20 con un llamado a evitar que las “cuestiones geopolíticas secuestren la agenda” del bloque, y se mostró contrario a discutir el conflicto en Ucrania. También adelantó que su par ruso, Vladimir Putin, no sería detenido si llegase a viajar a Río de Janeiro para la cumbre del G-20 del próximo año, pese a la orden internacional de captura en su contra.
Resulta cuando menos extraño que muchos de los países que han aportado dinero, armamento, logística e inteligencia hayan omitido en la declaración final condenar expresamente la invasión rusa, que sigue causando, entre otras atrocidades, muertes, torturas y bombardeos contra la población civil, además de afectar la estabilidad y el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo.