Cibercrimen, la tercera economía
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Expertos del Foro Económico Mundial vislumbran que el cibercrimen será el octavo riesgo global más grave de la próxima década. Además de cuestiones sensibles como los hackeos a instituciones o la filtración de datos, estamos ante una actividad que traspasa fronteras, capaz de generar pérdidas económicas multimillonarias que desestabilizarán aún más las economías y los gobiernos.
Se estima que en 2023, los ciberdelitos han causado unos 8 billones de dólares de pérdida en el mundo, lo cual la convierte por su volumen en la tercera economía más grande, detrás de EE.UU. y China. En 2015 fue de 3 billones. El ritmo de crecimiento esperado es del 15% anual, con lo cual se llegaría a unos 10,5 billones proyectados para 2025.
Estafas, robos de datos personales, de información comercial estratégica, suplantación de identidad, fraudes informáticos, ataques como cyberbulling, grooming, phishing cometidos por ciberdelincuentes que actúan solos o en grupo son cada vez más habituales. Para el Código Penal argentino, se clasifican en 5 categorías: delitos informáticos contra la integridad sexual, la libertad, la propiedad, la seguridad pública que atentan contra los medios de comunicación y contra la administración pública.
En nuestro país, los ciberdelitos crecieron casi un 40%, principalmente en casos de fraude en línea, usurpación de identidad –en la mayoría en torno a plataformas de mensajería, en especial Whatsapp– y secuestro de datos. Entre abril 2022 y marzo 2023 se registraron 35.000 ciberdelitos, 38% más que en el período anterior, con más de 2200 reportes mensuales.
Los costos asociados más conocidos se vinculan con transferencias de fondos no autorizadas por parte de empresas hacia hackers, a espaldas de los clientes, luego de un ataque de ransomware; el típico pedido de rescate que obliga al victimario a negociar con un atacante para recuperar el acceso a información sensible. Estos episodios involucran, además del rescate, costos legales, pérdida de clientes e inversiones en nueva y más sofisticada tecnología de protección.
Las sociedades deberán adquirir mayor conciencia sobre estas amenazantes realidades para implementar políticas de ciberseguridad que sirvan para resguardarlas. Los nuevos delitos llegaron para quedarse.