Chile, obligado a los consensos
El futuro gobierno de Boric deberá buscar la cooperación de la oposición y mantener la tradicional convivencia institucional del país trasandino
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Chile cambia, y mucho. Anteayer, con el 55,8% de los votos, Gabriel Boric, de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, se impuso a José Antonio Kast, del Partido Republicano, de derecha, por un millón de votos, con el 44,1%, en una elección con una participación récord del 55,4% de la ciudadanía.
Con 35 años, Boric será el presidente más joven del país, con una breve y meteórica carrera por fuera de los partidos políticos tradicionales, apalancado en la militancia universitaria y las revueltas populares de 2011 hasta convertirse en el líder de un sector de la nueva izquierda chilena. Sus mayores apoyos electorales provienen de los jóvenes, las mujeres y los grandes centros urbanos.
Como postulante del Frente Amplio, en julio de 2021 había obtenido el 60% de los votos en la interna de su coalición, ganándole a Daniel Jadue, favorito del mayoritario Partido Comunista. Ya como candidato presidencial, buscó el voto de centro, independiente, moderando sus posiciones iniciales más extremas y mostrándose como un líder que puede gobernar para el conjunto. Insistió con su amplio programa de reformas, pero sosteniendo que buscará el acuerdo para llevarlas adelante.
Nació en Punta Arenas, estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y presidió la Federación de Estudiantes en 2011 y 2012. Su activa participación en las movilizaciones estudiantiles le abrió paso a la política nacional como diputado durante los períodos legislativos de 2014-2018 y 2018-2022.
Boric lleva a La Moneda un ambicioso plan de reformas sociales y económicas que, a priori, podría calificarse de socialdemócrata. Su propuesta se centra en disminuir la desigualdad y extender los derechos sociales con más Estado y mayor asistencia a sectores vulnerables y la clase media. Prevé crear un fondo universal de salud con recursos públicos y privados, y ampliar la gratuidad del sistema universitario; para financiarlo aumentará en el tiempo la presión tributaria en un 8% del PBI sobre las grandes empresas y fortunas. También busca reemplazar el sistema privado de capitalización de las AFP por uno público, de carácter solidario. Afirma que hay que terminar con la cultura machista en su país, para lo cual presentó un amplio plan de género. Férreo defensor del medio ambiente, anunció que impulsará una adecuación de las industrias y la minería con el propósito de reducir los niveles de contaminación y desforestación, y que modificará las normas del uso del agua, muy escasa en su país.
Boric promete pacificar Chile, abriendo el diálogo con el pueblo mapuche, escuchando e incorporando en sus políticas a los diversos sectores que se movilizaron en las protestas de 2011 y 2019.
Las causas que explican la victoria de Boric hay que buscarlas en la crisis del sistema de partidos tradicional que gobernó Chile desde 1990 hasta la fecha; en el cambio profundo de la sociedad, sobre todo en las últimas dos décadas, y en la exitosa campaña del presidente electo. Su agenda responde a las nuevas demandas sociales.
La asunción de Sebastián Piñera, en 2012, dejó atrás la Concertación y evidenció la debilidad de las viejas políticas y su incapacidad para contener a los nuevos grupos sociales. A la movilización estudiantil de 2011 se sumaron manifestaciones violentas en las calles que condujeron a una reforma constitucional, en pleno proceso. Reducir las desigualdades sociales demandaba mayor presencia del Estado en educación y salud y en inversión social, y fuerzas antes poco visibles pusieron en jaque a un país que por décadas había sido modelo de estabilidad.
Boric no tendrá mayoría propia en el Congreso. Tampoco su agrupación es mayoritaria dentro de la coalición de gobierno, donde prima el Partido Comunista, cuyas posiciones son más extremas. Deberá buscar la cooperación de la oposición y, a la vez, mantener el apoyo de los sectores más extremos que lo sostienen; es posible que sus promesas más radicales no alcancen su implementación.
Chile ha dejado de ser un país de centro. El debate se ha vuelto extremo, las preferencias políticas se han polarizado y el electorado se ha volcado claramente hacia la izquierda, Pero las conocidas reglas de convivencia institucional y de buenas costumbres de la política chilena permanecen. Kast llamó inmediatamente a su contendiente para felicitarlo y reconocerle la victoria y para asegurarle que hará una oposición constructiva. El presidente Piñera también, invitándolo a una reunión de equipos con el propósito de iniciar la transición, que concluirá con la asunción del nuevo mandatario el 11 de marzo de 2022.
Compartimos con Chile la frontera más extensa con un vecino: más de 5000 kilómetros. Esta realidad geográfica debería ser motivo de por sí suficiente para interesarnos por las novedades del vecino país trasandino. Sin embargo, los profundos cambios en el sistema político que la llegada de Boric pone al descubierto y la ambiciosa agenda del presidente electo representan, adicionalmente, un valioso laboratorio para anticiparnos hacia dónde se dirige América Latina.