Cartas mágicas
“Pone el guiño para un lado, pero dobla para el otro”. (De Walter Malfatto, Federación Agraria, Bragado)
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Mientras camina por la reserva de la Costanera Sur, el menor de la familia de un intendente del conurbano, pero que vive en Puerto Madero, se ilusiona con cosechar las mejores hierbas para ofrendarles a los tres hombres más mágicos del mundo que el jueves le dejarán sobre las zapatillas –el legado más peronista de su abuelo porque están firmadas por Ruckauf– los regalos que pidió por e-mail.
La criatura no pierde la ilusión, aunque su familia le avisó que quizás Melchor, Gaspar y Baltasar no puedan dejarle todo lo que anhela, como volver a Disney y comprarse juegos de Play Station en algún shopping de Miami. Es que los adultos de la casa, de tan férreos militantes, aunque no lograron turno en el vacunatorio vip, tienen las dos dosis de Sputnik que solo sirven para circular por la avenida General Paz; el dólar vuela a la velocidad con la que los renos regresaron a Papá Noel al Polo Norte y el Presidente les pidió a sus compañeros de ruta solo tomarse fines de semana para que los ciudadanos vean que sus nuevos impuestos se traducen en más actividad estatal improductiva.
Como buen chico que mantiene intacta la magia peronista, cree que hay margen para la grata sorpresa. Y, mientras separa un cardo de un trébol sin pincharse, está persuadido de que nada puede ser tan dramático. En noviembre su familia estaba abatida por el resultado electoral, aunque se consolaba con la frase de Victoria Tolosa Paz de haber “ganado perdiendo”, y dos meses después festejaba que, sin la mayoría en el Congreso, las leyes salen como quiere la vicepresidenta. Sí, es cierto, el presupuesto fue un tropezón, pero lo que vino después salió con fritas y algún escandalete que terminará en la Justicia y, dentro de 20 años, cuando él ya no envíe cartas a los Reyes Magos y esté dando algún discurso de campaña por Néstor y Cristina, quizás se sepa que aquellas leyes de fines de 2021 no se votaron conforme a derecho. Detalles, diría Baltasar, que se divierte cuando, para ser políticamente correctos, ahora los chicos argentinos suelen decirle “pero qué no blanquito lindo que sos”.
A pesar de su corta edad, les pidió a sus mayores adoptar el estilo del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que “pone el guiño para un lado, pero dobla para el otro”, como graficó Walter Malfatto, de la Federación Agraria de Bragado, al referirse a su sinuosa gestión. Y mientras acomoda los tréboles y el cuenco con agua al lado de las zapatillas, sabe que Melchor, Gaspar y Baltasar le dejarán todos sus deseos, aunque les diga a sus vecinos que esta vez le tocó perder.