Candidaturas testimoniales y tentaciones hegemónicas
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Un viejo vicio vuelve a ser noticia de cara a las próximas elecciones legislativas. En varias provincias han reaparecido las cuestionables candidaturas testimoniales, aunque en algunos casos, impulsadas por gobernadores que se postulan como suplentes en las listas de senadores o diputados nacionales, con la intención de asegurarse una banca en el Congreso de la Nación con dos años de anticipación a la finalización de su actual mandato.
En Mendoza, Santa Fe y Tucumán, los respectivos mandatarios provinciales se han anotado como candidatos suplentes a senador nacional, en tanto que el gobernador de Santiago del Estero hizo lo propio en la lista de candidatos a diputado nacional.
En el caso de Mendoza, han surgido impugnaciones contra la comentada maniobra, puesto que la Constitución de la provincia establece que el gobernador del distrito debe esperar a que transcurra un año desde la finalización de su mandato antes de ser elegido para ocupar una banca en el Senado de la Nación.
En Santiago del Estero, la boleta de diputados nacionales de la coalición oficialista es encabezada por una gran foto única del gobernador Gerardo Zamora, quien se postula como diputado suplente, más allá de que también aspira a la reelección como gobernador, en busca de un cuarto mandato. Cabe recordar que cuando, en abierta violación de la Constitución de la provincia, pretendió un tercer mandato consecutivo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación frenó aquella impudicia. Pero la reacción del gobernador Zamora fue nuevamente impúdica, pues impuso como sucesora a su esposa, carente de todo antecedente en la vida pública provincial y en la militancia política, con quien además se ha alternado en una banca en el Senado de la Nación.
El gobernador Zamora posee un concepto patrimonialista del poder, propio de tiempos anteriores a la formación de los Estados modernos, pues la Legislatura y la Justicia provinciales son simples dependencias del Poder Ejecutivo local, que además ha logrado imponer sus candidatos en la Justicia Federal a pesar de las bajas puntuaciones que obtuvieron en los respectivos concursos.
Santiago del Estero financia el 90% de su presupuesto con recursos nacionales y resulta una de las provincias más favorecidas en los índices de coparticipación federal. Pero esos fondos se gastan en obras suntuosas en la ciudad capital y en edificios para oficinas burocráticas, o bien se emplean en verdaderos disparates, tales como la construcción de un aeropuerto a 60 kilómetros del existente cerca de la capital o en un lujoso estadio de fútbol, mientras compite con el feudo formoseño por los peores índices sociales y educativos.
Con el esfuerzo de productores privados, y gracias a la supresión de las retenciones al trigo y al maíz en el gobierno anterior, el aumento de la producción agrícola provincial ha sido impresionante. Sin embargo, problemas como el robo de campos o la infraestructura de transporte y cloacas siguen pendientes.
La provincia que dio al país personalidades en los tiempos coloniales como el jesuita Gaspar Suárez o María Antonia de Paz y Figueroa, y figuras de la talla de Benjamín Gorostiaga en la historia independiente, merece gobernantes que se sientan mandatarios temporarios y no dueños, como lo muestra esa foto en la boleta electoral, propia de republiquetas bananeras.
No hay posibilidad de lograr el desarrollo sin instituciones fuertes que pongan sin límites a las tentaciones hegemónicas.