Campeón en la vida
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Cuando la esperanza decae o la alegría nos abandona, puede resultar muy recomendable conectar con ejemplos de lucha y de vida que muchas veces pasamos por alto. El tenista cordobés Gustavo Fernández, de 29 años, sigue dando motivos para ser considerado un modelo a seguir.
Al año y medio, un infarto medular paralizó su cuerpo de la cintura para abajo, pero eso no le impidió iniciarse tempranamente en el tenis adaptado. Con descollantes actuaciones a bordo de su silla de ruedas, hoy se ubica tercero en el ranking mundial.
Ha demostrado largamente sus habilidades en un deporte que demanda tanto destrezas físicas como aptitudes mentales y emocionales. Con varios títulos en su haber, entre ellos el Abierto de Australia y el mismísimo Wimbledon, en los últimos días se lució en Roland Garros, donde ya se había consagrado campeón en 2016 y en 2019.
Cayó días atrás en semifinales frente a una soberbia actuación del británico Alfie Hewet, número uno del mundo, con quien comparte un rico historial. Había logrado, una vez más, sortear los obstáculos que la vida le planteara y estar allí, compitiendo, era ya una excelente recompensa.
Quienes admiraron su virtuosismo sobre el polvo de ladrillo en este torneo de Grand Slam pueden no saber que, hace apenas dos meses, casi pierde la vida. Ya venía de una lesión que lo había mantenido alejado de las prácticas más de lo que hubiera deseado. Fue a raíz de una hemorragia interna por una operación de amígdalas, luego de varias infecciones de laringe, tras la cual se le abrió un ramal de la carótida. En situación desesperante llegó al hospital y logró que lo estabilizaran. Los médicos entendieron que Gustavo se salvó porque es joven, sano, deportista de alto rendimiento y su corazón bombeó lo necesario, pese a haber estado al límite de lo peor.
Él por su parte revela que pasó más tiempo luchando con las infecciones y consigo mismo que con sus rivales dentro de la cancha. Es, sin dudas, esa fortaleza interna la que lo sostiene, junto con su mujer y una familia a la que no deja de agradecerles cada día. No por nada ha sabido destacarse dentro y fuera de la cancha. Campeón en la vida y en el deporte.