Bukele, cada vez más autoritario
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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha roto los puentes del entendimiento democrático y se ha lanzado a una deriva autoritaria con el anuncio de que buscará la reelección el año entrante, pese a que la Constitución de su país lo prohíbe explícitamente.
El mandatario aprovechó el mensaje que dio en conmemoración del Día de la Independencia, un año después de que los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema designados por sus aliados en el Congreso lo habilitaran para inscribirse como candidato en las elecciones de 2024. Cabe recordar que los magistrados de esa sala, que reinterpretaron la Constitución, fueron nombrados el 1° de mayo de 2021, luego de que la Asamblea Legislativa oficialista destituyera al fiscal general y a los cinco magistrados que la conformaban.
La Constitución de El Salvador prohíbe taxativamente en cuatro artículos la reelección presidencial. Fija que no puede ser candidato a la Presidencia el que la haya desempeñado por más de seis meses, consecutivos o no, durante el período inmediato anterior, o dentro de los últimos seis meses anteriores al inicio del período presidencial.
Se establece, además, la pérdida de derechos ciudadanos para quienes promuevan la reelección. El articulado ofrece asimismo un candado explícito para asegurar la alternancia en el ejercicio del poder y establece que la misma persona no puede estar en el cargo ni un día más después del 1° de junio, tras el fin de un periodo de cinco años.
Sin tapujo alguno, como tantos otros gobernantes autoritarios que se consideran por encima de las normas, Bukele manifestó: “Las prohibiciones de reelección solo existen en el tercer mundo. El pueblo debe tener el derecho de rechazar o continuar el camino que lleva”.
El mandatario salvadoreño ha adoptado exitosamente la retórica que otros presidentes violatorios de la legalidad han seguido también en el pasado del propio país: la de disfrazar de actos soberanos los atentados contra el Estado de Derecho. Su retórica populista irresponsable y una serie de peligrosas acciones que llegaron a erosionar las instituciones del país han empañado su ascenso democrático al poder.
Bukele copia el manual del que han echado mano en los últimos años Nicolás Maduro, en Venezuela, y Daniel Ortega, en Nicaragua, quienes llegaron al poder de manera legítima, pero que, a fuerza de socavar el principio de separación de poderes, deslegitimar al Poder Judicial, polarizar a la sociedad, perseguir a la prensa independiente y modificar o ignorar la Constitución y las leyes, terminan perpetuándose en el poder, encarcelando a opositores y violentando las libertades públicas.
Es de esperar que la comunidad internacional reaccione vigorosamente frente a esta arremetida autocrática que viola los principios fundamentales de la Carta Democrática Interamericana, aprobada por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que reconoce que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región.