Boris Johnson: fin de la fiesta
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El Parlamento británico apaleó nuevamente la carrera política de Boris Johnson al respaldar un informe según el cual el ex primer ministro mintió deliberadamente sobre las fiestas en las que se incumplieron las normas relacionadas con el Covid.
La decisión del Parlamento no impide a Johnson volver a presentarse como miembro de la Cámara de los Comunes, pero representa un castigo vergonzoso.
El Partido Conservador ha demostrado, a lo largo de su historia, que no tiene piedad con sus propios líderes aun en situación de debilidad. Sin embargo, quienes lo defienden pronosticaron que volverá a la contienda electoral aprovechando la pérdida de popularidad de su sucesor, Rishi Sunak, quien prometió devolver la integridad política al gobierno, hoy sumido en una histórica crisis con un aumento del costo de vida que no logra dominar.
Cabe recordar que, pese a los testimonios que se conocieron, Johnson primero negó las fiestas en su residencia. Después sostuvo que ignoraba los festejos, a pesar de las imágenes. Y, finalmente, terminó por aceptar los hechos y el pago de una multa, previa disculpa ante la indignada sociedad británica.
No solo fue uno de los negacionistas de la pandemia de Covid, sino que también terminó contagiándose el virus y sufrió en carne propia sus consecuencias. Cuando reconoció que había engañado a los parlamentarios les aseguró que no se habían violado leyes e insistió en que no lo había hecho de forma deliberada.
Johnson pasará a la historia por ser el primer ministro que violó la ley y fue condenado por el llamado “party gate” en 10 Downing Street, la casa de gobierno y su residencia. Su gestión estuvo marcada por mentiras continuas y por una visión de la política y de la vida según la cual las normas y su aplicación rigen para las demás, pero no para él.
La manipulación de la verdad y los escándalos que han rodeado a su gobierno reciben finalmente el castigo que merece.