Borges y la derecha
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El insigne Jorge Luis Borges seguramente habría encontrado un mejor adjetivo que “notable” para calificar la facilidad y el desembarazo con el que un escritor local dijo recientemente que “la derecha intenta apropiarse de Borges”.
La posible apropiación que una supuesta derecha estaría llevando a cabo consistiría –siempre que la expresión usada por el autor de la frase coincida con el uso general que se le da en ambientes medianamente cultivados y no en algún fumoso mentidero de intelectuales improvisados– en la adopción o uso de manera inapropiada de elementos de la literatura borgiana por quienes integran un grupo dominante.
Si la expresión fue usada con ese sentido, llama la atención el despropósito y la distancia que ella tiene con la realidad. Como no está claro qué se quiere decir con “la derecha”, cabe presumir que ese autor quiso referirse a lo que, con bastante mala intención y elaborada vulgaridad, se considera ajeno al llamado campo “nacional y popular”. Pero he aquí que esas dos palabras, como recientemente también lo ha sido “progresismo”, también han sido apropiadas, aun cuando la aplicación de este curioso progresismo, por lo que se ve, solo produce retraso.
Ahora bien: resulta que la víctima de esa apropiación nunca se destacó por exaltar lo que algunos llaman “nacional y popular”. Basta con leer a Borges y entenderlo. Quienes estudian el fenómeno de la apropiación cultural coinciden en que los apropiadores oprimen y expolian al apropiado, a quien privan de su identidad intelectual para reducirlo a una simple caricatura. Quizá valga recordar qué se pretendió hacer con Borges cuando, por decisión de los “nacionales y populares”, se lo quiso trasladar desde su puesto de bibliotecario al de inspector de pollos y gallinas.