Bolivia, prudencia y neutralidad
La ministra de Relaciones Exteriores boliviana, Karen Longaric, anunció en forma pública que remitirá a la cancillería argentina un pedido expreso de restricción de las actividades políticas del expresidente Evo Morales en nuestro medio, de conformidad con los criterios establecidos por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Dicho criterio establece que la concesión de refugio o asilo político no debe nunca amenazar la soberanía, la independencia política, la integridad territorial, la unidad nacional o destruir la estabilidad política económica o social de ningún Estado, incluyendo el del propio país de origen del refugiado o asilado.
Esto se suma al llamamiento realizado por la presidenta interina del país vecino, Jeanine Áñez, a quien nuestro gobierno no reconoce, para que se tomen las medidas pertinentes con el fin de que los refugiados o asilados bolivianos no incurran en actividades que afecten la estabilidad política de Bolivia mediante discursos que llaman a la violencia, al odio, a la discriminación o a la guerra. La prudencia sugiere que nuestro país debiera transmitir esa advertencia a Evo Morales para no enfrentar acusaciones de "injerencia en los asuntos internos" de nuestro vecino del norte.
Denunció también "un acoso sistemático y abusivo" del "populismo kirchnerista" contra las instituciones y los valores republicanos en Bolivia, que nuestra Cancillería formalmente lamentó.
La propia presidenta boliviana acaba de renunciar a su candidatura personal, argumentando que ello es necesario para evitar que la oposición boliviana, por estar excesivamente dividida, facilite una victoria del MAS, encabezado por Luis Arce, delfín de Morales.
La Argentina debería tener una posición prudente y de sincera neutralidad respecto de la próxima contienda electoral boliviana.