Biden y la política exterior
Se acerca el fin de la administración de Donald Trump, quien será pronto reemplazado por el demócrata Joe Biden y cabe preguntarse cuál será el grado de continuidad que se asigne a la política exterior del país del norte.
En una nota reciente, la exembajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley se hace precisamente esa misma pregunta y sostiene que debería plantearse una mínima continuidad en, por lo menos, tres temas.
El primero es en la dura confrontación de los EE.UU. con China por la hegemonía en el escenario internacional. Preocupada por la situación actual, Haley comenta que China, a la que define acertadamente como la "competidora estratégica de los EE.UU.", inicialmente "creció como un parásito" impulsado por la política de "apertura" de la administración republicana. Y la asiste alguna razón. La pulseada entre las dos enormes naciones es ahora abierta, en señal inequívoca de competencia.
El segundo tiene que ver con la posición frente a las dos dictaduras más notorias de América Latina: las de Cuba y Venezuela. Para Haley debiera mantenerse la actual presión sobre ellas, incluyendo las sanciones por el no respeto a los derechos humanos en ambos regímenes. Es probable que, en esto, Biden procure algún avance, a cambio de una reducción en dichas sanciones, que, sumadas al impacto de la pandemia del coronavirus, están lastimando tanto a cubanos como a venezolanos.
El tercero es el apoyo a los progresos concretados en torno a la larga búsqueda de paz en Medio Oriente, evidenciados por el notable acercamiento entre Israel y los países árabes, cuyo impulso claramente se asocia con la existencia de un peligroso y activo enemigo común: Irán.
La continuidad en esas tres gravitantes cuestiones sería sumamente positiva. Cualquier cambio de dirección abrupta o radical en estos ejes esenciales de política exterior lastimaría sensiblemente la credibilidad norteamericana, quitándole además la cuota de predictibilidad que debiera siempre transmitir, más allá de cualquier cambio de colores en la política interna del país del norte.