Bazar ilegal en calles porteñas
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A pesar de los permanentes y justificados reclamos de los comerciantes que pagan regularmente sus impuestos, la venta ilegal en la ciudad de Buenos Aires sigue en aumento. Según un informe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), la venta callejera ilegal se incrementó en agosto el 3,9% respecto del mes anterior y el 10,5% comparando con el mismo período del año último.
El reporte evalúa la situación en las avenidas Avellaneda, Rivadavia, Pueyrredón, Corrientes, Santa Fe, Córdoba y Cabildo, entre otras, y en las zonas de Liniers, Once y el microcentro. La muestra también contempla el Parque Rivadavia, la Plaza de Mayo y las estaciones de Once, Retiro, Constitución, Lacroze y Belgrano.
Entre las zonas más comprometidas se destaca la de Once, con seis de las cuadras más afectadas, que representan más de un tercio del total detectado en avenidas y calles.
El mayor perjuicio se verificó en la avenida Avellaneda al 2900, con 73 puestos ilegales; le sigue la calle Bartolomé Mitre al 2700, con 72.
En cuanto a los rubros, el más comercializado fue indumentaria y calzado, que abarcó el 71,3% del total, seguido por alimentos y bebidas con el 14,2%. El principal centro de comercialización ilegal para esas categorías fueron la zona de Once, incluida la estación ferroviaria.
Por otro lado, se registró un aumento de 11,5% en los casos de piratería respecto de julio, con 912 casos. Nuevamente la zona de Once estuvo a la cabeza en falsificaciones en indumentaria y calzado, mientras que, en Retiro, la preponderancia fue en óptica, fotografía, relojería y joyería.
La proliferación de vendedores callejeros ocupando el espacio público y las vías urbanas, lejos de constituir un rasgo pintoresco de la vida de la ciudad, ha adquirido ya una magnitud preocupante, ocasionando problemas de congestión en el tránsito de personas y deterioro del patrimonio público.
Lo que de ningún modo se puede permitir es el amparo, por acción u omisión, de una actividad que prospera al margen de la ley y genera una abierta injusticia en desmedro de quienes cumplen puntualmente con sus obligaciones fiscales y con todas las erogaciones propias de la habilitación y el funcionamiento de un local.
Cabe destacar que buena parte de la venta callejera no es producto de iniciativas individuales, sino que está en manos de organizaciones dedicadas a la comercialización ilegal. Se contrata gente que distribuye y defiende espacios con procedimientos mafiosos. Parte de la venta ilegal está conectada, a su vez, con fábricas clandestinas que emplean trabajadores no registrados.
La expansión de la venta callejera ilegal, con origen en diversas causas económicas e institucionales, refleja también el deterioro y la desarticulación del mercado laboral. Se trata de un problema que solo puede revertirse con controles adecuados y sostenidos ejercidos en un contexto de expansión de la oferta de empleo. Solo así se crearán condiciones laborales dignas para estos trabajadores y se evitará que Buenos Aires y otras ciudades sigan incorporando estas tristes postales del empobrecimiento.