Barras bravas, tan impunes como siempre
Sería un gran avance que se dejaran de lado intereses particulares y temores para lograr, de una vez por todas, la erradicación de estas verdaderas lacras
La historia no es para nada nueva y se repite en diferentes estadios o clubes. La violencia en el fútbol argentino sigue siendo un gran y lamentable protagonista. Los enfrentamientos entre barras vuelven a registrarse al calor de las internas de sus cabecillas, de los cambios políticos y sindicales, y de los que se han producido dentro de las fuerzas policiales y de seguridad.
Solo durante este mes, sucedieron al menos ocho hechos violentos, tales como el que se produjo en la ciudad de Bahía Blanca, donde se registró un muerto en un enfrentamiento previo al clásico local entre Olimpo y Villa Mitre, o como la batalla campal entre integrantes de los propios integrantes de la barra de Nueva Chicago, en el transcurso del partido disputado en Mataderos entre ese equipo y Temperley. Hubo también serios disturbios en Mendoza durante un partido entre Independiente Rivadavia y Atlanta.
En el caso de Nueva Chicago, el hijo del líder de la barra brava apuñaló a un joven de 24 años que sería miembro de otra facción de la hinchada. A partir de esos acontecimientos, el Comité de Seguridad en el Fútbol, que depende del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, suspendió los encuentros futbolísticos en la cancha de ese club por tiempo indeterminado, al tiempo que se aplicaría el derecho de admisión a un centenar de violentos y el club tendría que mudar su localía y jugar sus próximos partidos a puertas cerradas.
El listado de episodios de violencia vinculados con barras bravas, auténticas asociaciones ilícitas, no termina ahí. El 4 de este mes se originaron incidentes en la pileta de natación de Boca Juniors, al enfrentarse integrantes de dos facciones de la hinchada boquense, donde hubo ataques con armas blancas, botellazos y piedrazos.
El 9 de febrero, el mismo día de lo acontecido tanto en Bahía Blanca como en Mendoza, debió ser suspendido el partido entre Cañuelas y San Martín por los incidentes ocurridos en las afueras de la cancha. Hubo corridas, piedrazos y balas de goma.
Además, luego de la derrota contra su clásico rival, Racing, aproximadamente 40 integrantes de la barra de Independiente presionaron y amenazaron en Villa Dominico a los integrantes del plantel mayor. A ello hay que sumar un herido de bala en el enfrentamiento entre Tristán Suárez y Almirante Brown, con líderes prófugos de la barra del primer club.
Los reiterados hechos de violencia, al parecer, aceleraron algunos cambios, al menos en el ámbito porteño, ya que a partir de pasado mañana comenzará a funcionar una fiscalía especial de investigaciones para el fútbol, que estará a cargo de Celsa Ramírez, actual titular de la Fiscalía de Primera Instancia en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 30.
También en los próximos días el Comité de Seguridad porteño dará a conocer dos resoluciones que detallan un registro único de hinchas, que llevaría como nombre el eufemismo "grupos de aliento", y la prohibición de trasladar bombos y banderas a los partidos.
En este sentido, los dirigentes de los clubes suministrarían los nombres de quienes deberían estar incluidos en ese registro, de modo que a quienes tengan antecedentes de violencia se les impida ingresar a cualquier cancha del país. Entretanto, los clubes deberían velar para impedir que se guarden banderas y bombos en sus instalaciones.
Se desprende de estas medidas que las autoridades pretenden que los dirigentes de las entidades deportivas se involucren en el control de sus hinchadas. No se advierten novedades, en cambio, por parte de la Agencia de Prevención de la Violencia en Espectáculos Deportivos en el caso de la provincia de Buenos Aires, donde se seguirán organizando partidos con la concurrencia de hinchas visitantes.
Cuando se consulta a dirigentes del fútbol y funcionarios de seguridad sobre el motivo del recrudecimiento de los hechos de violencia, la gran mayoría lo atribuyen a cuestiones políticas y a movimientos dentro de las cúpulas policiales y de las fuerzas de seguridad, que hacen que los barrabravas se sientan más amparados e impunes que nunca.
Este escenario se registra a dos años de haberse aprobado en la Cámara de Diputados el proyecto de ley antibarras, que, sin embargo, quedó luego congelado.
Sería un verdadero avance para nuestra sociedad que todas las partes involucradas -comenzando por la AFA- dejaran de lado intereses particulares y temores, y decidieran avanzar de una vez por todas a fondo con el control de estas lacras, y así poder empezar a erradicar la violencia crónica enquistada en el fútbol argentino desde hace tanto tiempo.