Barras bravas: a la espera de un fallo ejemplar
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Desde hace mucho tiempo se suele representar a la Justicia como una mujer con los ojos vendados, una espada y una balanza. Esa figura proveniente de la mitología griega y romana simboliza imparcialidad y un accionar libre de prejuicios; sin embargo, en ocasiones se parece más a la metáfora de una ceguera arbitraria. Debido a ese accionar zigzagueante, se ha popularizado aquello de que la vía judicial se parece a una puerta giratoria donde los delincuentes entran y salen en menos de lo que cante un gallo.
El sistema judicial está ante una nueva prueba para contribuir a erradicar la violencia de las canchas del fútbol argentino. Hablamos de un sujeto reincidente, que ya estuvo preso y a quien se le aplicó el derecho de admisión, lo que le impedía acceder a los estadios deportivos. Se trata de Rafael Di Zeo, líder de la barra brava de Boca Juniors, quien se vio involucrado junto a otras 57 personas en un operativo de seguridad a partir del cual se secuestraron armas de fuego, armas blancas y estupefacientes.
El hecho ocurrió el pasado el 30 de marzo, cuando las fuerzas policiales detuvieron seis micros en la autopista Rosario-Córdoba, en la previa de la semifinal de la Copa de la Liga Profesional entre Boca Juniors y Estudiantes de la Plata. Di Zeo se subió a una camioneta y partió hacia una estación de servicio cercana. Huyó de la escena, pero no pudo zafar de la imputación.
De esta manera, el nefasto líder de La 12 no podrá asistir por tiempo indeterminado a “ningún evento deportivo del país”, tal cual reza la resolución 327/2024, junto a otros 57 hinchas que viajaban con él.
Dos barrabravas dijeron ser dueños de las armas en el momento de la detención, pero no lo ratificaron en sede judicial. Sobre eso, la ministra Patricia Bullrich afirmó: “Alguien los obligó a decir que eran de ellos; lo que significa que las armas eran de todos los que viajaban en el micro”.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, se le aplicó el derecho de admisión a Di Zeo por cuatro años, medida que se renovó durante el período de gobierno de Alberto Fernández; no obstante, el cabecilla de La 12 fue absuelto en dos causas de 2013 que lo señalaban como instigador de un doble homicidio y encubrimiento agravado, por lo que pudo regresar a las canchas hace un año.
A partir de este nuevo caso, la Justicia tiene la posibilidad de emitir un fallo ejemplar contra un reincidente en hechos delictivos y, por extensión, contra el resto de los violentos hinchas involucrados. Sería una prueba de que, a la hora de poner un freno a las mafias en el fútbol, es parte de la solución y no del problema.
Las barras bravas de nuestro fútbol no son otra cosa que asociaciones ilícitas que actúan al amparo de soterradas protecciones que les brindan tanto directivos de clubes como dirigentes políticos y sindicales. Es menester condenarlas como lo que son y erradicarlas.