Bajante, veda y peces en el río Paraná
La acusada bajante del río Paraná expuso, además de piezas de barcos históricos, bocas de túneles coloniales y demás objetos con valor antropológico a la altura de la histórica ciudad de Corrientes, grandes cardúmenes de peces que constituyen la base de una economía pesquera de grandes proporciones y múltiples actores.
Las "estrellas" son los dorados y surubíes -pintado y atigrado-, pero también bogas, sábalos y varias especies de bagres, como patíes, mandurés y amarillos, entre otros. Todos con participación en la pesca recreacional, con o sin "devolución", y comercial, que abastece frigoríficos, pescaderías y restaurantes, al ofrecer sustento a numerosas familias de isleños pescadores, a menudo conocidos como "malloneros", por el uso de largas redes llamadas mallones.
Los peces se han hecho tan fáciles de pescar con esta bajante prolongada que las autoridades han debido prohibir cualquier práctica que no sea "con devolución" para el caso de dorados y surubíes, con la razonable excepción "social", del conocido y también controlado núcleo de pescadores artesanales que dependen de ese recurso para vivir.
Mientras tanto, en un esfuerzo de concertación multisectorial sin precedente del que participan los gobiernos provinciales, las universidades, asociaciones de pescadores y empresarios del turismo en torno al río Paraná, se ha establecido un nuevo sistema de regulación que reemplaza las vedas temporales por una "veda extendida".
El nuevo sistema suma días de prohibiciones salteados, pero fijos -un par de días por semana vedados a la pesca recreacional y otro par de días a la comercial-, a lo largo de todo el año, sin dejar ninguna época excluida de la actividad pesquera, mientras que los peces de tamaño muy grande no pueden ser extraídos nunca, por su excepcional condición como megarreproductores.
Corresponde aplaudir el compromiso técnico y científico del Instituto de Ictiología del Nordeste, dependiente de la Universidad Nacional del Nordeste, que viene monitoreando la respuesta de los peces a diferentes situaciones experimentales de vedas, para alcanzar finalmente un sistema apoyado en resultados científicos, sensible a las necesidades planteadas por los pescadores recreativos y también los comerciales.
En adelante, resulta fundamental que los fondos creados con dinero procedente de licencias y multas puedan circular en forma directa hacia los propios organismos de fauna para financiar las patrullas que requiere el nuevo sistema, articular con la Prefectura Naval Argentina, capacitar operarios, modernizar bases de información y realizar operativos sorpresa en sitios donde pueden ocurrir abusos puntuales de pesca, moneda corriente en años de estiaje como el actual.
Sabido es que, en economías provinciales largamente vapuleadas, ha sido frecuente que esos fondos se distrajeran para atender asuntos alejados de su objetivo, como es claro en el caso del llamado Fondo Fauna de la provincia de Corrientes, que se ocupa para cualquier otro tipo de asuntos en lugar de facilitar las operaciones de control.