Asalto institucional en Brasil
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Los acontecimientos del 8 del corriente mes, cuando las sedes del Congreso, del Tribunal Supremo y del palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, fueron tomados con inusitada violencia por enardecidos fanáticos, partidarios del expresidente Jair Bolsonaro, constituyen los hechos más graves que ha vivido Brasil desde que recuperó la democracia, en 1985.
Las escenas de hordas asaltando las principales instituciones, convencidas de que la derrota de Bolsonaro fue un fraude y que ello ameritaba la intervención de las Fuerzas Armadas, asestaron un golpe directo a la democracia de ese país y se tradujeron también en cuantiosos destrozos al patrimonio cultural.
Se trata de un episodio condenable desde todo punto de vista, que emula lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021. Afortunadamente, la versión brasileña no ha tenido muertos, mientras que cinco personas perdieron la vida en los Estados Unidos. Las autoridades de Brasil detuvieron a más de 1200 atacantes.
No caben dudas de que el pésimo ejemplo dado por los seguidores fanáticos de Trump envalentona a quienes ven la democracia como un obstáculo para sus designios y, al expresidente brasileño, como el faro y la guía para violentar el Estado de Derecho. La lógica que siguen comienza creando una fuerte polarización, seguida de severos cuestionamientos a los resultados electorales. Tras ello, buscan desligitimar los gobiernos y culminan avasallando las instituciones con el ánimo de subvertir el orden constitucional.
Resulta por tanto imprescindible que la reacción sea firme, severa e inmediata y no concluya con el simple desmantelamiento de los violentos campamentos bolsonaristas. Se impone una investigación rigurosa que permita determinar las responsabilidades políticas e institucionales, así como también quiénes financiaron a los activistas pagando su traslado y manutención durante los días previos a los ataques.
No menos importante será determinar si hubo sectores de las Fuerzas Armadas y de seguridad en connivencia con los agitadores: un aspecto que podría abrir insospechadas repercusiones en caso de confirmarse.
Los apoyos al presidente Lula manifestados por los Estados Unidos, las democracias latinoamericanas y la Unión Europea no solo son un respaldo necesario para afianzar el comienzo de su mandato, sino que constituyen una severa advertencia para cualquier otro intento desestabilizador contra las autoridades legítimamente constituidas y las instituciones que respaldan y dan vigor a las democracias.