Arte argentino para el mundo
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El arte argentino dijo presente desde el lujoso Centro de Convenciones de Miami Beach. La Semana del Arte, Art Basel Miami 2024, que finalizó el pasado 8 de diciembre, es la feria de arte más grande de Occidente y la más importante de Estados Unidos.
Cinco galerías argentinas encontraron allí una de sus mejores vidrieras: Ruth Benzacar, Rolf Art, Barro, Isla Flotante, Jorge Mara-La Ruche y la debutante Piedras. Unas 10 ferias satélites también concentraron presencia argentina.
No son las únicas que exhiben obras de destacados argentinos como Le Parc, Liliana Porter, Ana Tiscornia o Nina Surel. El tapiz “La familia en alegre verdor”, un textil bordado a mano de más de cuatro metros, obra de la dupla Chiachio & Giannone, se lució desde una privilegiada ubicación entre obras de muchos argentinos.
Uno de los sellos de Art Basel es el de unir al continente desde el arte. Personajes del mundo de las finanzas, advisors, coleccionistas y curadores se cruzaron bulliciosamente en los pasillos de un espacio altamente convocante, en el que los artistas argentinos podrían ganar espacio si no fuera tan complicado sacar sus obras del país.
Desde las carteras de Desregulación y Transformación del Estado y de Cultura, se anunció semanas atrás la desregulación de la importación y exportación de obras de arte. El ministro Federico Sturzenegger aclaró que quedan excluidas las obras que constituyen patrimonio cultural de la Nación. Nuestros artistas podrán acceder al mercado internacional sin trabas, restricciones ni trámites engorrosos. Se amplían también los períodos de exportación e importación transitoria de uno a cinco años, lo cual facilita el manejo de obras destinadas a exposiciones y ferias, un largo reclamo de galeristas. Asimismo, se eliminó la certificación para la exportación emitida por el Estado para obras de artistas con más de 50 años de fallecidos que contemplaba una opción de preferencia para la compra tanto del Estado como de terceros residentes. Ni el Estado ni ningún privado ejerció dicha opción en los últimos 30 años, y el trámite demandaba 16 firmas. Desde el Gobierno destacan que importar una obra era equivalente a perder el derecho a venderla cuando nunca se sabía si el Estado ejercería su opción de compra y a qué precio.
A partir de la norma, legitimar la exportación de una obra solo requerirá completar un formulario en el aeropuerto, en cualquier horario, sin necesidad de trámites aduaneros. Además, se suprime el comité otorgante de licencias de exportación.
Por fuera de las adquisiciones de los privados, cada vez más museos del mundo cuentan con comités de adquisiciones de arte latinoamericano, una oportunidad que la burocracia local se ha encargado de entorpecer por años.
Todo aquello que favorezca la circulación de la obra de un artista argentino debe celebrarse. Necesitamos promover nuestro arte, apoyar a quienes hoy quedan excluidos de los mercados y las exhibiciones internacionales, incapaces de sortear las marañas administrativas impuestas. Los países serios incentivan la circulación del arte, promueven que sus artistas ganen nuevos mercados y lleguen también a las colecciones de los museos. Si Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, España e incluso Brasil, Chile y Uruguay, hubieran aplicado las normas que rigen en la Argentina, sus artistas viejos y nuevos no serían parte de las grandes colecciones públicas y privadas que nos apuramos a visitar cuando viajamos al extranjero. Las restricciones que aplican se reservan para obras excepcionales.
Celebramos los afanes desregulatorios que impactarán positivamente sobre los artistas locales que quieran salir al mundo.