¿Argentina te cuida?
Nos invade en estos días una tan intensa como vergonzosa y cínica campaña oficial sobre el plan de vacunación contra el Covid-19
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La aplicación Cuidar Covid-19, ofrecida por el Ministerio de Salud de la Nación para la prevención y el cuidado de la ciudadanía, registra más de 10 millones de descargas, además de numerosas críticas. El tono imperativo, pseudopaternalista y catedrático que suele emplear el presidente Alberto Fernández cada vez que empuña un micrófono parece encuadrarse también en ese sobreactuado afán por proteger y cuidar a la población: “Para mí lo más importante es cuidar la vida de los argentinos y las argentinas”. Res non verba, podrían contestarle quienes con sólidos fundamentos entienden que su gestión nos ha dejado más expuestos a un virus con su renuencia a recibir anticipadamente todas las vacunas de las que pudimos disponer.
En la misma tónica, el eslogan oficial con mayor visibilidad en los últimos tiempos reza “Argentina te cuida”, en un esfuerzo por persuadir a la población, con dineros ciudadanos gastados en el autobombo de una impropia campaña oficial, de lo que no convence la realidad. Las piezas publicitarias nos machacan a toda hora, en radio y televisión, con ese supuesto cuidado que ha llegado tardíamente y que se cobró por eso demasiadas vidas.
Los spots de la referida campaña pretenden destacar que unos 30 millones de vacunas arribaron a suelo argentino y que 25 millones habrían sido ya aplicadas. Nada dicen sobre las injustificables demoras, las oscuras negociaciones fallidas, las andanzas de un renunciado ministro ni los vacunatorios en sedes partidarias. Menos aún sobre los escándalos de los inoculados vip o de la extensa lista de visitantes a Olivos en tiempos de estricta cuarentena, que confirman que no todos nos cuidábamos igual.
Los spots de la campaña del Gobierno nada dicen sobre las injustificables demoras, las oscuras negociaciones fallidas y las andanzas de un exministro
Las imágenes registran los desembarcos en Ezeiza de los cargamentos rusos y chinos con los que supieron bombardearnos cada vez que un avión de la línea de bandera, con millonarias pérdidas diarias, aterrizaba, concentrando la presencia de funcionarios de numerosas dependencias, en un despliegue más digno de una producción cinematográfica. Menos lustrosa fue ciertamente la llegada de las vacunas norteamericanas, seguramente por eso de que amigos son los amigos, afinidades ideológicas mediante.
Quienes apostamos al desarrollo y el crecimiento de la Nación no necesitamos un Estado que nos cuide de la forma falaz en que insisten en proponernos. Mucho menos uno que se agigante para ocupar espacios indebidamente o que obstaculice permanentemente el normal desenvolvimiento ciudadano. Ni que hablar de uno que, en otro claro abuso de atribuciones, recurra a las arcas públicas para financiar proselitismo partidario en tiempos electorales. Bastaría con que el Estado ajuste su gasto, sostenga debidamente sus obligaciones respecto de la educación, la salud y la seguridad, para que su enorme peso no siga doblegando nuestras castigadas espaldas.
“Estamos más cerca de la vida que queremos”, señala también la campaña del Frente de Todos. Cabría preguntarse cuántos por fuera del Gobierno comparten este cínico registro. Ojalá las lecciones que nos sigue dando la pandemia sean de una vez por todas aprendidas por las autoridades, que hoy se mueven sin brújula y sin mérito, aunque con mucha impunidad.
Se le ha atribuido a Voltaire haber advertido acerca del peligro de que la política se convierta en el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria. Los argentinos de buena memoria, mientras tanto, deberemos cuidarnos por las nuestras cada día más para evitar caer en precipicios de no retorno.