Arde el planeta
Ignorar los efectos del cambio climático, sin adoptar medidas urgentes para revertirlos, empeorará las graves consecuencias que ya hoy padecemos
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Hace pocos días, nuestro castigado planeta fue protagonista de la semana más calurosa de su historia. La rapidez con la que se están sintiendo los efectos del cambio climático preocupa a los científicos y genera alarmas ante fenómenos de clima extremo y la creciente posibilidad de que este año sea el más tórrido que se haya registrado.
La Tierra está 1,2°C más caliente que en la era preindustrial y los meteorólogos más destacados del mundo coinciden en afirmar que, si superamos la barrera de 1,5 grados en el calentamiento global, las consecuencias serán irreversibles. Los últimos estudios indican que llegaremos a ese umbral antes de 2027.
Al respecto, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que este año El Niño –que llega después de que el planeta pasara tres años bajo la influencia de La Niña, la fase de enfriamiento del ciclo del Pacífico– está llamado a empujar las temperaturas globales hacia escenarios desconocidos.
Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas, a menos que la humanidad modifique drásticamente los medios de transporte, la generación de electricidad y la producción de alimentos, la temperatura global va camino a aumentar más de 3°C en comparación con la era preindustrial. De ser así, los desastres actuales serían nimios frente a las catástrofes que se desatarían.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió recientemente que el mundo debe prepararse para olas de calor más intensas, tal como confirman las sofocantes temperaturas en diversas zonas del hemisferio norte, habiendo provocado incendios forestales, sobre todo en Europa, y amenazado la salud de la población, con más tormentas e inundaciones que causan también destrozos y muertos. John Nairn, un experto en calor extremo de la OMM, advirtió que el mundo necesita prepararse para olas de calor aún más intensas, con imprevisibles efectos también sobre urbanizaciones, flora y fauna, por solo mencionar algunos afectados.
Grecia, por ejemplo, lucha contra un incendio fuera de control en la peor ola de calor de su historia. Las temperaturas tampoco ceden en Italia y España, y en Estados Unidos se prevé que las marcas récord del sur se extiendan por todo el territorio. La semana pasada, el calor extremo azotó el sur de Europa, Estados Unidos y el norte de África. Italia sufrió su tercera ola de calor del verano y se prevé que las temperaturas aumenten en España. El aeropuerto iraní reportó un índice de calor de 66,7 grados Celsius, condiciones físicamente intolerables para los seres humanos y los animales, con alto riesgo de muerte por golpe de calor.
La gravedad del clima extremo continental solo es igualada por las condiciones en los océanos, que están en ebullición, creando una situación más preocupante que el récord de temperatura atmosférica, porque la tierra y el aire se calientan y enfrían con bastante facilidad, pero en el agua los cambios de temperatura son mucho más lentos.
Los efectos del calentamiento global, como el derretimiento de glaciares, el aumento del nivel del mar y la frecuencia de eventos climáticos extremos son evidentes. Continuar ignorándolos puede tener aún más graves consecuencias para nuestro planeta y las generaciones futuras, por lo que es fundamental abordar sin más demoras este problema con acciones concretas, basadas en la ciencia.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que incluye a cientos de los principales expertos del mundo, ha pedido a los países que reduzcan a la mitad las emisiones para fines de la década y eliminen la contaminación que calienta el planeta para mediados de siglo.
Mientras todo esto ocurre, los dos mayores emisores de carbono del mundo, Estados Unidos y China, se reunieron para reanudar las conversaciones sobre el cambio climático. El enviado estadounidense para el clima, John Kerry, instó a China a asociarse con Estados Unidos para reducir las emisiones de metano y la energía procedente del carbón.
La humanidad está perdiendo la batalla contra el cambio climático, un combate que no se desató de la noche a la mañana y al que poca atención se le prestó. Lo que para muchos parecía un asunto lejano es ya la nueva normalidad y puede empeorar. A casi ocho años de la firma del Acuerdo de París, que declaró la emergencia climática mundial, el cumplimiento de la meta de contener el aumento de la temperatura global este siglo se ve, hasta aquí, bastante improbable.
La tierra es hoy más calurosa que en miles de años. El cambio climático no se resolverá únicamente con reuniones y acuerdos de alto nivel que muchas veces solo esconden mezquinos intereses económicos. Como individuos y como sociedad, debemos ser parte activa de una solución que no puede esperar.