Anuncios económicos de poca significación
Alcanzar el equilibrio fiscal exige un mayor esfuerzo para bajar el gasto público, ya que la naranja impositiva ha sido ya completamente exprimida
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Una semana después de haber sido designada, la ministra de Economía, Silvina Batakis, anunció las medidas económicas que llevará adelante desde su cartera. Sus declaraciones a la prensa en días previos ya habían dado la pauta de que no se podía esperar un programa transformador cuando se jactaba de que mantendría el rumbo. Las decisiones anunciadas confirman esa presunción.
La ponderable manifestación de la preocupación ministerial por la cuestión fiscal no se tradujo en un programa contundente, sino solo en medidas voluntaristas, gran parte de las cuales no podrán cumplirse. Por ejemplo, la determinación de gastar solo lo que se recaude es ilusoria. No será cumplible cuando los recursos tributarios no alcanzan ni alcanzarán siquiera para pagar jubilaciones y sueldos. La experiencia dice que se puede apelar a retrasar esos pagos, pero por muy poco tiempo y tal vez por una única vez y a un alto costo político y social. Arbitrios de ese tipo no son repetibles ni acumulables y tampoco aportan un ahorro significativo en el contexto de un desequilibrio fiscal como el actual.
Si no se reduce el gasto y habiéndose ya alcanzado tanto una insoportable presión impositiva como un endeudamiento extremo, solo se agravará la actual situación. Habrá emisión del Banco Central en auxilio del Tesoro para responder los angustiosos pedidos del Ministerio de Economía, con las lógicas consecuencias inflacionarias. El exceso por sobre lo acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como la superación del máximo déficit primario y del nivel de inflación convenidos, será motivo de nuevas negociaciones y waivers.
No obstante estos sucesos esperables, la ratificación de mantener la relación con el FMI ha sido positiva y seguramente aportó un alivio a los mercados, que tenían alguna duda de que ese compromiso fuera respetado. Habían sido varias las manifestaciones de repudio a dicho acuerdo por parte de la vicepresidenta Cristina Kirchner y su hijo. Este incluso renunció a presidir la bancada oficialista en Diputados en demostración de rechazo al acuerdo con el organismo financiero internacional.
No pasó inadvertido para Silvina Batakis que los organismos descentralizados dispusieran de saldos líquidos de caja. Aplicando estrictamente el artículo 8 de la ley 24.156 de administración financiera, los dispondrá. Son $600.000 millones. Habrá que ver cómo queda la factibilidad financiera y el capital de trabajo requerido por esos organismos. De todas maneras, es otro recurso anunciado como por una única vez. La aspiración a contar con más ingresos impositivos surge de la proyectada revaluación de inmuebles. En el futuro será responsabilidad de un organismo específico. Lo que debe saber la flamante ministra es que si se sinceran las valuaciones llevándolas a precios de mercado, deberán reducirse las alícuotas aplicadas. Con el tiempo estas fueron elevándose en la misma medida en que las valuaciones fueron retrasándose, planteándose situaciones de claros desajustes como en otros terrenos en los que priman los abusos fiscales por desactualizaciones.
Seguir exprimiendo la misma naranja impositiva solo conduce a que se acabe su jugo. Debe trabajarse por el lado del gasto público. En este sentido, solo se mencionó la reducción de los subsidios a la energía a partir de ajustes en las tarifas cuando finalmente se logre resolver el controvertido método de segmentación.
La nueva titular del Palacio de Hacienda también anunció un congelamiento en la incorporación de trabajadores al sector público. Habrá que ver, como se puntualizó ayer desde esta columna, en qué quedan las numerosas decisiones administrativas conocidas en las últimas semanas, que llaman a concurso para la cobertura de un gran número de puestos en el Estado.
Sin un fuerte proceso de reforma estatal, dirigido a reducir la elefantiásica estructura del sector público, no habrá posibilidades de disminuir el gasto y alcanzar el equilibrio fiscal que la ministra ha mencionado como objetivo central de su gestión.
De la grave crisis presente solo se saldrá con fuertes señales de cambio por cuanto su raíz es eminentemente política y de falta de credibilidad en quienes tienen la delicada tarea de gobernar.
LA NACION