Antivacunas ganan la calle
Un editorial de El Comercio, de Ecuador, analiza la resistencia de un segmento de la población a vacunarse
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QUITO.– Vacunas o no vacunas. Un falso dilema, cuando el que debieran plantearse millones de seres humanos es el de la protección posible o la muerte. La imagen gana las pantallas de TV y las fotos de los diarios. Manifestantes sin mascarillas portando carteles a nombre de su libertad individual. Miles se oponen a las vacunas y surge un debate ético, científico y hasta se añaden aristas filosóficas, pero sobre todo se trata de la convivencia social.
Nadie puede obligar a vacunarse a otra persona, para respetar su libre albedrío. Pero nadie debe ni puede someter a los demás al riesgo de contagio y muerte. Que las personas que no quieran vacunarse no lo hagan, pero que se queden en casa.
Aquel que no quiera vacunarse por razones de convicción personal que no lo haga. Tampoco se puede obligar a alguien que tenga posturas religiosas o filosóficas arraigadas contra las medicinas o las vacunas, o adscriba las ideas de que las vacunas tienen chips, a inocularse. Los antivacunas no deben ir por allí sueltos de huesos contagiándose, o lo que es peor, contagiando a los demás. Es hora de trazar una línea roja de respeto a la vida. Quien no quiera vacunarse que tampoco vaya al teatro, al fútbol o a tomar un buen café.