Alquileres al doble en un año
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Ninguna de las numerosas advertencias de diversos sectores sobre lo que ocurriría con la ley de alquileres sancionada por el actual oficialismo cayó en tierra fértil. La realidad se ha impuesto y el valor del alquiler de viviendas en la ciudad de Buenos Aires, La Plata y el conurbano bonaerense ha aumentado un 100% en promedio respecto de los valores de hace un año.
Por ejemplo, el alquiler de departamentos de dos ambientes ronda los 80.000 pesos mensuales en promedio, según la zona, más expensas, más los gastos de contratación, garantías y extras. El doble que hace un año.
“No se puede tapar el cielo con un harnero”, dice un viejo refrán español. La inflación real es de algo más del 100% anual, mientras que los índices que prevé la ley son inferiores y dispone que solo se puede ajustar el precio una vez por año, siempre según dichos índices. Conclusión: mes tras mes, durante 365 días, el valor se deprecia un 6 o 7%, una realidad que será legal solo a fin de año, si el índice es fidedigno. Mientras tanto, el propietario cobra el alquiler inicialmente pactado, nominalmente inalterable.
De allí que, a las nefastas consecuencias de la inflación que el Gobierno no es capaz de contener, se suma la lógica retracción de la oferta: el propietario que observa esta realidad incontrastable, razona diciendo: así no alquilo, me arriesgo a la morosidad, a un eventual desalojo, garantías insuficientes y, sobre todo, a ver cómo soy despojado mes tras mes de parte de mi propiedad.
De hecho, numerosos propietarios prefieren vender y disponer de su dinero como mejor les parece. De allí que tantísimas viviendas se encuentren en venta y que, como contrapartida inevitable, escaseen cada vez más los departamentos para alquilar. Si la ley de alquileres pretendía resolver los problemas de locadores y locatarios, no ha hecho más que agravarlos para ambos.
Es increíble que no se tome en cuenta lo que ha ocurrido en esta materia en el país no hace tanto tiempo. El congelamiento de los precios de los alquileres condujo a la paralización de la construcción con ese fin, a la consecuente retracción de la oferta y al aumento de los precios de la locación. Cuando se liberaron, ocurrió lo contrario: se comenzó a invertir en la construcción de propiedades para alquilar.
En consecuencia, debe entenderse que, si bien la inflación del 100% anual afecta directamente el precio del alquiler, el efecto siguiente es el perjuicio al propietario, que cobra montos congelados durante un año, y que continuará padeciendo esas consecuencias hasta terminar el contrato. Eso crea escasez de oferta, que los precios de la locación se eleven y que a los inquilinos les sea cada vez más difícil hallar propiedades disponibles y a precios razonables. No se entiende que no se asigne al tratamiento de este asunto en el Congreso la máxima importancia y perentoriedad. Una vez más, asistimos a otro claro ejemplo de cuán alejada de los problemas de la gente se encuentra la dirigencia política.
LA NACION