Agua y cambio climático
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El 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, con el fin de concientizar sobre la importancia del agua dulce y la necesidad de gestionar de manera sostenible este recurso limitado y esencial para la vida. Además de enfrentar una mayor demanda proveniente de una población que continúa aumentando, sufre también los efectos del cambio climático, tal y como lo han advertido durante los últimos años las autoridades de las Naciones Unidas (ONU).
Muchas problemáticas se asocian a este vital elemento: su escasez, su uso inadecuado, la contaminación con residuos industriales y domésticos, la agricultura y la minería. Por otro lado, el cambio climático está afectando a los patrones de lluvia y de disponibilidad de agua en muchas regiones del mundo, lo que ha generado una feroz competencia por los recursos hídricos.
Un trabajo de la ONU, titulado Agua y cambio climático, afirma que el cambio climático es, principalmente, una crisis del agua. Su impacto se siente a través del agravamiento de las inundaciones, el aumento del nivel del mar, la reducción de los campos de hielo, los incendios forestales y las sequías.
El cambio climático no es un fenómeno nuevo ni desconocido. Sin embargo, el aumento de la producción de gases de efecto invernadero que son emitidos en la atmósfera empeora la escena. Este incremento está ligado al crecimiento industrial, de consumo y de población que ha sufrido el planeta en el último siglo.
Al respecto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aludió a la crisis climática como un factor agravante que puede extender los conflictos por el agua. “Nuestro planeta se está calentando y como consecuencia, el nivel del mar va en aumento, los regímenes de lluvia cambian y los ríos desaparecen o se desbordan”.
Como señalan en sus reportes los investigadores del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), el agua, como principal elemento presente en la superficie de la Tierra, se relaciona con todos los componentes del sistema climático que se están viendo alterados por la acción humana: la atmósfera, la hidrósfera y la biósfera.
Según las previsiones científicas, la emergencia climática modificará los recursos hídricos ocasionando que los episodios de sequía en regiones ya áridas sean más frecuentes y duraderos en el tiempo. El agua potable y un saneamiento adecuado serán más complicados en muchas zonas en que ya de por sí experimentan dificultades para acceder a ellos.
Más de la mitad de la población mundial sufre las consecuencias de la disminución de la disponibilidad de agua, la sustancia más crítica y fundamental de la vida. El año 2023 dio diversos ejemplos de lo que nos depara el futuro: grandes metrópolis enfrentando las consecuencias de la escasez, miles de seres humanos luchando por una dotación mínima de agua con graves efectos secundarios en la salud, la higiene y la convivencia social.
A través del agua seguiremos sintiendo los efectos del cambio climático, ya sea por su exceso o defecto y, aunque todavía gran parte de la humanidad se mantiene escéptica e indiferente, la realidad obligará a tomar conciencia de la imperiosa necesidad de actuar.
El planeta necesita, con carácter de urgente, acciones inmediatas y eficaces para mitigar las consecuencias del cambio climático. La inacción compromete el presente y el futuro de la vida.