Adiós al talle único
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La encuesta anual de la ONG Anybody Argentina reporta que siete de cada diez personas enfrentan problemas para encontrar ropa de su talle. Entre los efectos indeseados de esta realidad, mencionan que nuestro país es el segundo del mundo con más casos de trastornos alimentarios y que el aspecto físico es, entre nosotros, la segunda causa de discriminación.
Hasta acá, no hay una nomenclatura unificada para la ropa: cada marca construye su propia y arbitraria tabla de talles. Muchas veces se basan en mediciones foráneas, otras tantas parten de cálculos desactualizados o no responden a parámetro alguno y llegan al público, además, con stocks de talles acotados para cuerpos que no son los reales. ¿Cómo es posible que sigamos hablando de un talle único? ¿Podríamos todos calzar 37? No conseguir ropa que se adapte al propio cuerpo impone una preocupante exclusión que puede traducirse en trastornos psicológicos y alimentarios graves. Son los más jóvenes quienes más sentimientos de no pertenencia atraviesan ante los estándares que se les pretenden imponer.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) se trabaja en el nuevo Sistema Único y Normalizado de Medidas de Indumentaria (Suniti) previsto por la ley de talles aprobada en 2019 y reglamentada en junio pasado. Mediante un inofensivo escaneo en 3D, que realiza una máquina con 16 cámaras infrarrojas, se registran, en 15 segundos, 400 medidas corporales de los participantes. Un software compila todos los datos del estudio antropométrico que servirá para implementar la ley.
La norma, que se aplica en más de 60 países, establece que una muestra representativa para la Argentina deberá sumar 15.000 participantes. Más de 9000 argentinos, mayores de 12 años y sin límite de edad, se habían incorporado en años anteriores cuando la cabina de medición transportable, que involucra un equipo de 15 personas, comenzó su recorrido federal por más de 10 ciudades. A las presentaciones espontáneas se suman quienes se anotan en la página web del INTI. Antes de febrero de 2022 deberán haberse completado los datos de la muestra.
La tabla final de talles no se definirá exclusivamente a partir del estudio, sino que la autoridad de aplicación podrá eventualmente sumar la opinión de un consejo consultivo técnico que involucre a cámaras sectoriales, ONG y sectores académicos, entre otros. Es precisamente la industria la que deberá comenzar a fabricar la indumentaria que responda a los cuerpos reales de los argentinos y serán los organismos de control los encargados de hacer respetar la ley en toda la cadena, incluyendo la importación y comercialización tanto presencial como digital de ropa y calzado. Cabe aclarar que la ley no obliga a comercios ni a marcas a ofrecer la gama completa de talles, uno de los reclamos escuchados del sector.
Lejos de tratarse de una cuestión superficial, la implementación de la ley de talles constituirá una valiosa herramienta a la hora de reconocer la diversidad y construir inclusión.