ACV: cada minuto cuenta
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Octubre es el mes de prevención del ACV, una enfermedad que mata anualmente a 55.000 personas en nuestro país y a 80 millones en el mundo. Puede tener dos orígenes: isquémico, el más frecuente (85%), por obstrucción de venas o arterias, o “hemorrágico”. por su rotura, que conduce al sangrado intracraneal. Entre los factores de riesgo, además de la edad o los antecedentes familiares, figuran la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, la hipercolesterolemia, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, el sedentarismo y la fibrilación auricular. Estudios realizados en Fleni confirman que más del 80% de estos episodios podrían evitarse con chequeos periódicos, además de mantener un estilo de vida saludable.
Se trata de un evento agudo cuyos síntomas más comunes son pérdida de fuerzas de brazo, piernas y/o cara, de forma súbita, generalmente unilateral, confusión, dificultad para comprender lo que se dice; problemas visuales y dificultad para caminar. Con menor frecuencia pueden darse mareos, pérdida de equilibrio o coordinación, dolor de cabeza intenso, debilidad o pérdida de conciencia. En cualquier caso, debe tratarse de inmediato para evitar las secuelas. Resulta importante destacar que los ACV son la primera causa de discapacidad y dependencia funcional a largo plazo.
El XXVI Congreso Iberoamericano de Enfermedad Cerebrovascular se celebró recientemente en Bogotá (Colombia). La región puso en evidencia la preocupación por la implementación de redes de rápida atención ante una realidad con muchas disparidades. Casi dos millones de neuronas mueren por minuto ante un ACV, de allí la urgencia del tratamiento.
Además de difundir los factores de riesgo y las medidas de prevención, las campañas de concientización apuntan a que todos sepamos identificar los signos de un ACV, actuando a tiempo y buscando atención en los lugares adecuados. En nuestra ciudad, en red con el SAME, el Hospital Ramos Mejía y el Pirovano cuentan con Unidades de ACV.
Priorizar la educación comunitaria, la capacitación de profesionales y la inversión en tecnologías como la telemedicina resultan clave en el abordaje de esta afección. Profesionales médicos, comunicadores y los gobiernos deben establecer las sinergias que contribuyan a luchar contra esta enfermedad.